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19J: EL INICIO DE LA INSATISFACCIÓN CIUDADANA

Foto: John Reyes/La República

El 19 de julio pasado se llevó a cabo la denominada Tercera Toma de Lima, una marcha organizada por los principales colectivos sociales del país en la cual se estima la participación de al menos 21 mil personas.

Foto: Luis Álvarez/ URPI- LR

Un rasgo principal de esta movilización fue la asombrosa pluralidad de grupos, organizaciones, asociaciones, sindicatos, colectivos, gremios estudiantiles y partidos políticos. Así mismo, entre ellos se encontraban diferencias significativas, tanto en las demandas como en la posición dentro del espectro político. Por ejemplo, en la marcha estaban presentes miembros del partido Morado como anarquistas, estaba el Colectivo Evangélicos Presentes como el movimiento Alfa y Omega, el Partido Nuevo Perú como el Partido Comunista del Perú. Y claro, miles de ciudadanos sin bandera, credo religioso, adscripción ideológica o bandera política, que se adhirieron ante las principales consignas de la marcha.

En efecto, el hilo conductor de las demandas de los marchantes fue la renuncia de la presidenta, el cierre del Congreso y la justicia por las 67 víctimas de muerte producto de la represión realizada por parte de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú. También se encontró pedidos rocambolescos como la liberación de Pedro Castillo y su restitución inmediata al poder.

En todo momento la indignación ciudadana se dejaba sentir por doquier, mediante arengas, carteles, proclamas y anuncios. Era la expresión del hartazgo ciudadano ante la percepción de captura de las instituciones por parte de algunos grupos políticos del congreso (muchos de ellos antiderechos), ante la persecución política de los miembros del Jurado Nacional de Elecciones y  la Junta Nacional de Justicia, ante la sensación de desgobierno e improvisación, ante el ascenso de grupos fundamentalistas en el poder y la crisis de las instituciones democráticas y ante la sensación de impunidad por los asesinados en las protestas.   

Cabe resaltar que el carácter pacífico de la marcha fue alterado en algunos momentos por conatos de violencia, agresiones de la PNP, como el uso de perdigones que hirieron a una periodista independiente e intervenciones que dejaron un saldo de ocho detenidos.

Foto: OjoPúblico / Renato Pajuelo

La presencia de las tanquetas en la avenida Abancay y en el óvalo Grau son señal inequívoca del miedo que empieza a cundir en Palacio de Gobierno, así como evidencia del inicio del resquebrajamiento de la alianza cívico-militar que sostiene a este gobierno. Una alianza en la cual los grupos anti-derechos, los neofascistas, los dueños de la gran prensa y de grupos económicos de poder, se sienten a gusto. Cada día la ciudadanía toma conciencia del ataque realizado a la democracia y de la crisis del desarrollo que experimenta el país. Por ello urge que los grupos progresistas generen plataformas de acción, alianzas y coordinen esfuerzos para enfrentar a los enemigos de la democracia.

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