El trabajo de cuidados comprende la realización de todas las actividades necesarias para garantizar la salud, el bienestar y el desarrollo de las personas, ya sea dentro del hogar o en instituciones. Estas tareas de cuidado pueden ser directas; como alimentar a una niña o niño, dar atención a personas que padezcan alguna discapacidad o enfermedad, e incluso comprende la atención a personas mayores. También, el trabajo de cuidados involucra tareas indirectas tales como la limpieza y organización del hogar, cocinar, lavar, entre otras.
El cuidado implica brindar atención, apoyo emocional, físico y psicológico a personas en situación de vulnerabilidad, como niños y niñas, personas enfermas, adultos mayores o con discapacidad. Esta labor es esencial para el bienestar y la calidad de vida de quienes lo reciben, pero también para el funcionamiento de la sociedad en su conjunto. Es así como esta se convierte en una responsabilidad fundamental en cualquier sociedad.
Sin embargo, a menudo esta labor es invisible y poco reconocida, lo que llega a resultar en una carga desproporcionada que recae en mayor porcentaje en las mujeres. A lo largo de la historia, las mujeres han sido las principales encargadas de realizar estas tareas de cuidado. Esta situación se debe a una construcción social que asigna a las mujeres roles de cuidadoras por naturaleza, relegándolas a espacios privados y limitando sus oportunidades de desarrollo en otros ámbitos de la vida. Esta realidad pone en evidencia la desigualdad de género que persiste en nuestra sociedad.
En este sentido, son las mujeres quienes suelen asumir las tareas de cuidado en gran parte debido a la estructura patriarcal de la sociedad, que asigna roles de género tradicionales en los que se espera que las mujeres sean las principales cuidadoras de la familia. Igualmente, los estereotipos de género que provocan la división desigual del trabajo entre mujeres y hombres hacen que las tareas de cuidados se vean como habilidades netamente propias del género femenino. Además, la falta de políticas públicas y medidas de conciliación laboral y familiar también contribuyen a que las mujeres asuman de manera desproporcionada las responsabilidades de cuidado; y la escasez de servicios de cuidado asequibles y accesibles conlleva a que muchas mujeres se ven obligadas a dejar sus empleos o a reducir sus jornadas laborales para poder atender a sus familias.
Además, el trabajo de cuidados no remunerado realizado por las mujeres tiene un impacto directo en su participación en el mercado laboral, en sus oportunidades de formación y de desarrollo profesional. Muchas mujeres se ven obligadas a renunciar a sus empleos o a reducir su jornada laboral para poder cumplir con las tareas de cuidado, lo que perpetúa su dependencia económica y su vulnerabilidad.
Es responsabilidad del Estado y de la sociedad en su conjunto promover políticas públicas que reconozcan y valoren el trabajo de cuidados, y que garanticen la redistribución equitativa de estas responsabilidades entre hombres y mujeres. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más igualitaria, justa y solidaria.
Ante lo anterior, ¿qué medidas pueden ayudar para que las tareas de cuidado sean valoradas y reconocidas en la sociedad?
El trabajo de cuidados, principalmente realizado por mujeres, ha sido tradicionalmente invisible y poco valorado en nuestra sociedad. Para lograr que este trabajo sea reconocido y valorado, se debe:
+Promover la corresponsabilidad en el ámbito familiar y social, fomentando la participación equitativa de hombres y mujeres en las tareas de cuidado.
+Reconocer el trabajo de cuidados como un trabajo remunerado y garantizando que las personas que lo realizan tengan acceso a condiciones laborales dignas, incluyendo un salario justo, seguridad social y la posibilidad de acceder a una jubilación digna.
+Implementar medidas para facilitar la inserción laboral de las personas que realizan trabajo de cuidados, garantizando la existencia de servicios de cuidado asequibles y de calidad que permitan compatibilizar el trabajo remunerado con las responsabilidades de cuidado.
+Promover la formación y capacitación de las personas que realizan trabajo de cuidados, para garantizar que cuenten con las habilidades y conocimientos necesarios para desempeñar su labor de manera efectiva y profesional.
+Visibilizar y reconocer la importancia del trabajo de cuidados en la sociedad, a través de campañas de sensibilización y educación que destaquen su contribución al bienestar de las personas y al funcionamiento de la economía.
Es por todo esto que es fundamental reconocer el cuidado como un derecho humano. Todas las personas tienen derecho a recibir cuidados de calidad, a ser tratadas con dignidad y a tener acceso a los recursos necesarios para su bienestar. Asimismo, es necesario garantizar que quienes realizan estas tareas de cuidado reciban el apoyo, la formación y el reconocimiento que merecen.