
Luisana González
La discriminación y violencia de género siguen siendo problemas persistentes en nuestra sociedad. Los discursos y prácticas fundamentalistas, que a menudo se disfrazan de moralidad o de tradición, perpetúan estas injusticias. Sin embargo, existe una herramienta poderosa para combatir estos males: la educación sexual integral.
Los discursos de los grupos antiderechos y/o fundamentalistas suelen basarse en estereotipos y roles rígidos de género, que limitan la autonomía y libertad de las personas. Estos discursos se utilizan para justificar la violencia y discriminación contra mujeres, personas LGBTIQ+, y otros grupos a quienes los ultraconservadores consideren potencialmente peligrosos.
Pero, ¿por qué la ESI sigue siendo tema de debate en el Perú?
En Perú, al igual que en otros países de América Latina, la Educación Sexual Integral (ESI) ha enfrentado diversos prejuicios y estereotipos que han dificultado su implementación y aceptación en la sociedad, especialmente aquellos relacionados con las prácticas y discursos fundamentalistas. Algunos de los principales prejuicios y estereotipos hacia la ESI en nuestro país son los siguientes:
*Tabú sobre la sexualidad: existe una fuerte creencia en la sociedad peruana, quizás motivada por la imponente presencia de grupos fundamentalistas y antiderechos, que hablar sobre temas relacionados con la sexualidad es inapropiado y vergonzoso. Esta mentalidad tabú dificulta la conversación abierta sobre la sexualidad y la prevención de riesgos relacionados con ella.
*Conservadurismo: o también podemos llamarlo moralismo, ya que muchas personas en el país asocian la educación sexual con promover la promiscuidad y el libertinaje. Existe la creencia que hablar de sexualidad en las escuelas va en contra de los valores familiares y religiosos tradicionales.
*Falta de formación a docentes: este aspecto, puede estar muy relacionado con el anterior, ya que muchos docentes no han recibido una formación adecuada en educación sexual integral, lo que dificulta su capacidad para abordar estos temas de manera objetiva y científica en el aula.
*Resistencia de los padres: en muchos casos, los padres peruanos se oponen a que sus hijos reciban educación sexual en la escuela, argumentando que es responsabilidad de la familia y que la escuela no debería intervenir en contenidos tan íntimos; sin embargo, este es un tema de interés general y de salud pública, el cual la mayoría de las veces los mismos padres evitan discutir por considerarlo inapropiado.
*Estereotipos de género: lastimosamente, en pleno siglo XXI, la sociedad peruana aún mantiene fuertes estereotipos de género que limitan la libertad y autonomía de las personas en relación con su sexualidad. Se espera que las mujeres sean recatadas y sumisas, mientras que los hombres tienen más libertad para explorar su sexualidad.
Estos prejuicios y estereotipos pueden conllevar a niños, niñas y/o adolescentes desinformados, ignorantes y temerosos respecto a un tema tan importante y primordial en el desarrollo humano como lo es la sexualidad.
Para superar estos prejuicios y estereotipos, es fundamental que se realicen campañas de sensibilización y formación dirigidas a la sociedad en su conjunto, con el objetivo de promover una visión más abierta y respetuosa de la sexualidad. Además, es necesario fortalecer la formación del profesorado en educación sexual integral y promover la participación activa de las madres y padres en la educación de sus hijos en este ámbito. La ESI es un derecho fundamental de todas las personas y su implementación contribuye a prevenir situaciones de riesgo y promover una sexualidad saludable y respetuosa en la sociedad.
Igualmente, se hace indispensable conocer ¿cómo los discursos fundamentalistas en torno a la sexualidad y el género afectan el desarrollo de una educación sexual integral?
Los discursos fundamentalistas en torno a la sexualidad y el género pueden tener un impacto negativo en el desarrollo de una educación sexual integral. Estas narrativas suelen promover creencias rígidas y restrictivas sobre la sexualidad, basadas en normas tradicionales y ultraconservadoras; lo cual puede llevar a la perpetuación de estigmas, prejuicios y discriminación hacia aquellos que no cumplan con estas normas, como personas LGBTIQ+ o personas que eligen vivir su sexualidad de manera diferente a la norma socialmente aceptada por este grupo.
En efecto, estas narrativas suelen enseñar que la sexualidad está únicamente relacionada con la reproducción y que cualquier otra forma de expresión sexual es pecaminosa o inmoral. Esto limita la comprensión de la sexualidad como un aspecto natural y saludable de la vida humana, que va más allá de la procreación y abarca aspectos como el placer, la identidad personal, el autocuidado y el relacionamiento con las y los demás. En términos de educación sexual, estos discursos pueden influir en la promoción de contenidos sesgados, incompletos o incluso falsos sobre la sexualidad y el género, lo que dificulta que las personas adquieran conocimientos y habilidades necesarias para tomar decisiones informadas y saludables en relación con su vida sexual.
Por lo tanto, es importante cuestionar y desafiar los discursos fundamentalistas en torno a la sexualidad y el género, promoviendo en su lugar una educación sexual integral que sea inclusiva, respetuosa, basada en evidencia científica y que reconozca la diversidad y las vivencias de las personas, en un sentido progresivo con respecto a la edad y al desarrollo integral del niño, niña y/o adolescente.
Asimismo, la educación sexual integral puede ser considerada como un antídoto contra la discriminación y violencia de género; ya que la misma comprende mucho más que simplemente enseñar sobre anatomía y reproducción. Es una herramienta para promover la igualdad de género, el respeto y la inclusión.
En conclusión, la educación sexual integral es un paso crucial hacia una sociedad más justa y equitativa. Al promover la igualdad de género, el respeto y la inclusión, podemos erradicar la discriminación y violencia de género. Es hora de dejar atrás los discursos fundamentalistas y abrazar una educación que valore la diversidad y la autonomía de todas las personas sin ninguna distinción.
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