Categorías
Dialoguemos

El fundamentalismo religioso y la Biblia

Mucha gente piensa que cuando lee la Biblia no necesita interpretarla, que basta con leerla, con buena voluntad, de manera literal. Esta «ilusión de la transparencia» del texto bíblico lleva a creer al lector, que la comprensión del texto no necesita ningún estudio previo, sino que basta solo con aplicar el sentido común y el texto se nos va a brindar en todo su esplendor. Generalmente, esta postura está asociada con una espiritualización del texto bíblico, acercamiento por medio del cual se asume que el lector tiene un poder especial, casi divino, que lo capacita para entender la Biblia por encima de quienes reclaman una metodología de estudio (exégesis) más rigurosa para interpretar un texto que tiene más de 2000 años de antigüedad.

Para lograr esto, el intérprete recurre al arsenal de herramientas que utiliza de manera cotidiana para entender lo que lee, sin prestar mayor atención, ni a los elementos histórico culturales, ni tampoco a los elementos propios del análisis literario del texto. Esto produce un análisis más superficial o más profundo, dependiendo del menor o mayor presencia de elementos que se hayan utilizado para entender las Escrituras Judeo-cristianas.

Esta suerte de interpretación literal, casi literalista es muchas veces una puerta entreabierta para el ingreso del fundamentalismo cristiano en la comprensión de la Biblia. Juan Wesley, el famoso teólogo y predicador de la Inglaterra del siglo XVIII desarrolló un esquema de interpretación bíblica llamado el «cuadrilátero de Wesley», el cual incluía cuatro elementos con los cuales los acercamientos fundamentalistas tienen serios problemas:

1. Biblia: Todo empieza por entender que la Biblia es un libro escrito por seres humanos en unas coordenadas de espacio y tiempo históricamente condicionadas, aceptando que sus ideas «no cayeron del cielo» ni que los escritores cristianos entraron en una especie de trance, ni escritura automática para escribir sus páginas. Esto implica también reconocer que el carácter sagrado de sus enseñanzas que las personas creyentes le atribuyen radica en un acto de fe, por lo cual, no deberíamos temer ni menospreciar los estudios ni las ciencias humanas que nos permiten entender mejor su mensaje. El fundamentalismo tiene problemas con todo lo dicho, pues el literalismo y el espiritualismo en el que incurren, terminan por convertir a la Biblia en un libro totalmente divino y mal interpretado, con lo cual ésta se convierte en una bomba de tiempo en manos de personas fanatizadas que distorsionan e imponen una versión abusiva del mensaje bíblico.

2. Tradición: Las personas que han interpretado la Biblia a lo largo del tiempo han ido generando una herencia interpretativa que usualmente es acopiada y administrada por las iglesias, generando corrientes de interpretación bíblica que simplifican la interpretación al proveer marcos teológicos con los cuales se lee las Escrituras. Más allá de desconocer o pretender invisibilizar las diferentes tradiciones, lo más honesto para el proceso interpretativo es reconocer desde qué supuestos me acerco a las Escrituras, y trabajar con ellos y desde ellos; al mismo tiempo que procuro considerar e incorporar los puntos de vista de otras tradiciones que me me permitan una comprensión más completa del texto. El fundamentalista no reconoce su propia tradición. Simplemente considera que su manera de entender el texto es la única y verdadera.

3. Experiencia: Nuestra experiencia no se limita solo a un acto individual, sino que incluye la experiencia colectiva de la que participo, mis condicionamientos culturales, mi propia biografía, el contexto en que vivo. Todo esto le da forma a mi manera de entender las Escrituras. Para el análisis fundamentalista, en cambio, todo esto no tiene sentido, puesto que al considerar a la Biblia como un libro exclusivamente divino, el contexto de los redactores y el contexto de los lectores resulta irrelevante para la definición de las «verdades fundamentales».

4. Razón: Si bien nuestra razón es limitada y no es capaz de comprender las realidades últimas en su plenitud, el concurso de nuestra razón al proceso interpretativo es inevitable y necesario ya que es lo que vuelve profundamente humano al proceso hermenéutico. No se trata de caer en un racionalismo absurdo, pero cuando el fundamentalismo idealiza la simplicidad del estudio y castiga la preparación académica, podemos darnos cuenta que estamos en serios problemas, respecto de la capacidad de comprensión de los fundamentalistas para aproximarse, con alguna adecuación y decencia, al mensaje central de las Escrituras.

El problema del fundamentalismo

Cuando las personas que leen la Biblia incurren o caen bajo el lazo del fundamentalismo, se abre un abanico de posibilidades de alto riesgo para la construcción de lo que es su manera de mirar el mundo (cosmovisión). Y esto porque el fundamentalismo pretende invadir otras esferas de la vida: la crianza de los hijos, el concepto de familias, las relaciones entre hombres y mujeres, la responsabilidad ética y social, las convicciones políticas, las actitudes y valores que uno defiende. todo puede ser impregnado con la ideología fundamentalista.

Dos artículos escritos por el biblista Eduardo Arens, son de mucha utilidad para entender las características y el funcionamiento del fundamentalismo bíblico:

¿Qué alternativas tenemos al fundamentalismo religioso?

1. Estudie e investigue: No te quedes con ideas superficiales sobre el texto bíblico. Lee y estudia los pasajes por tí mismo, e investiga en materiales complementarios que te puedan ayudar a comprender mejor. Estudia la Biblia con compañeros/as y comparte tus hallazgos en una actitud de apertura e investigación.

2. Consuma material bíblico saludable: Los recursos pueden ser: diccionarios y comentarios bíblicos, artículos en internet, libros especializados sobre el texto que quieres conocer mejor. Presta atención a la orientación que tienen estos materiales: el fundamentalismo también escribe y produce materiales. Pide a amigos/as que tienen más tiempo estudiando la Biblia que te recomienden autores que sean serios y que te ayuden a darte insumos para el estudio bíblico.

3. Lea una versión de la Biblia que se entienda mejor: Cuando leas la Biblia, usa más de una versión. Recuerda que todas las versiones en castellano son una traducción de los idiomas originales. Una versión muy recomendable para entender el texto bíblico es la PDT (Palabra de Dios para todos) de la Liga Bíblica. Busca su oficina en el lugar en que vives y consigue un ejemplar. También son muy recomendables la Nueva Versión Internacional y Dios Habla Hoy, ésta última es publicada por las Sociedades Bíblicas. Y en el caso de versiones en línea, hay una plataforma que se llama biblegateway, aquí les comparto el enlace: https://www.biblegateway.com/?language=es

4. Concédale un mayor énfasis a entender el contexto: A diferencia del acercamiento fundamentalista, no nos cansaremos de enfatizar la importancia de entender el contexto de los autores bíblicos, así como la importancia de comprender bien nuestro propio contexto, de modo que seamos capaces de actualizar y contextualizar el mensaje bíblico a nuestra propia realidad.

5. Considere los resultados de su interpretación como una hipótesis perfectible: El hecho que puedas ir comprendiendo los textos bíblicos, no debe llevarnos a una falsa seguridad o a un sentimiento de superioridad. Conforme más vamos comprendiendo el texto, más nos vamos dando cuenta lo que nos falta entender de él. Por ello, nuestros «descubrimientos» en el texto debemos tomarlos como ideas que pueden ir completándose conforme tenemos acceso a nuevos recursos, a los idiomas originales o a un estudio más especializado en materia bíblica.

Recordemos: muchas veces el problema no es la Biblia, sino la interpretación que se hace de ella

Categorías
Dialoguemos

Algunas reflexiones sobre el abuso en las comunidades cristianas

Gracias a las valientes y documentadas investigaciones de periodistas como Pedro Salinas, Paola Ugaz y Daniel Yovera, hemos ido conociendo acerca de los abusos físicos, psicológicos, sexuales, económicos y políticos cometidos por organizaciones como el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), una «sociedad de vida apostólica» perteneciente a la Iglesia Católica Romana, que en sus más de 50 años de fundación en el Perú, por medio de Luis Fernando Figari, ha tenido una existencia donde se han entremezclado: el poder económico, la manipulación de las personas, el elitismo social y el abuso físico y espiritual; todo esto en el marco de una propuesta donde abunda la intensidad de la experiencia religiosa. Esta combinación mortal y nociva para las vidas de los y las adolescentes y jóvenes que han llegado a formar parte de sus «casas de formación» y que se han integrado a la vida sodálite, son el duro testimonio de una injusticia en el proceso de las denuncias contra esta organización en el Poder Judicial. Este ha actuado de una manera sospechosamente ineficiente dejando la evidencia que la influencia del poder político y los negocios económicos al margen de la ley, parecen haber hecho mella en la ética de abogados, jueces y fiscales con una fuerte sensación de un hedor a impunidad y complicidad.

Para una información actualizada de los principales casos pendientes de justicia, relacionados con el Sodalicio de Vida Cristiana, puede consultarse los siguientes links: https://bit.ly/3HmFa9b y https://bit.ly/3O60SSD

Imagen: Cortesía Wayka.pe

Esto que nos impresiona e indigna que pueda ocurrir en los sectores sociales medios y altos de la sociedad peruana, en los cuales el SVC tiene su base social, sucede también con sus propias narrativas y bajo sus propias características en muchas congregaciones evangélicas y en otros movimientos religiosos, definitivamente. Estas agrupaciones no católicas son capaces de alcanzar con la maldad a otros sectores sociales, distintos a los que llega el mensaje del SVC. Y sin embargo, esta realidad no es menos dolorosa ni menos importante porque lo que comprobamos en el mapa religioso del Perú es que el abuso en todas sus manifestaciones y formas afecta a ricos y pobres; sectores urbanos y rurales; a lo largo de toda la amplia geografía del territorio nacional.

El abuso en las comunidades religiosas es un mal endémico que ha existido a lo largo de la historia del cristianismo. Lo peor de todo es que, de una manera infame, se le ha pretendido normalizar o disimular a partir de lógicas de supremacía y dominación que se han asentado en matrices culturales de discriminación en la propia iglesia y en las familias de las personas creyentes. Es así que diversos sectores evangélicos han llegado a idealizar el patriarcado y la figura masculina de autoridad; promoviendo modelos de familia basados en el autoritarismo y la violencia en el hogar; y han generado estilos de trabajo pastoral donde el poder del pastor es incuestionable, la desobediencia es pecaminosa y la indefensión de niños, niñas, adolescentes y jóvenes es alta, conformándose así una espiral de impunidad, disfrazada de espiritualidad evangélica.