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Análisis de la respuesta de los actores evangélicos ante la violencia en el Perú

Por: Oscar Amat y León / Miguel Ángel Castro

Antecedentes

Los enfrentamientos entre el ex presidente Castillo y el Congreso de la República empezaron casi desde el mismo momento de la elección de ambos actores en las elecciones del 2021, pero recoge una ya larga tradición de enfrentamientos entre ambos poderes del estado donde, en los últimos años, han cambiado los nombres de los actores (Kuczynski, Vizcarra, Sagasti) pero siguen respondiendo a las lógicas de obtener el poder a toda costa, por parte de los fundamentalismos políticos organizados como grupos anti-derechos.

En esta última coyuntura las tensiones entre el poder ejecutivo y el Congreso culminaron en un intento sumamente extraño, tanto como fallido, por parte de Castillo, de cerrar el Congreso de manera irregular, lo cual terminó de ser una alternativa viable para el gobierno en el momento en que las Fuerzas Armadas se negaron a respaldar las medidas tomadas por el entonces presidente Castillo y que luego culminaron en su posterior detención y actual prisión preventiva por 18 meses.

El inicio de la violencia

A raíz de estos hechos: la detención de Castillo, la asunción del poder de la vicepresidenta Dina Boluarte, la negativa del Congreso de adelantar las elecciones presidenciales y congresales, se comenzaron a generar en el país olas de descontento popular que fueron contestadas de la peor manera por la gestión de Boluarte con la declaratoria del estado de emergencia a nivel nacional y el uso desmedido de la fuerza por parte de las Fuerzas Armadas y policiales. Es así que diversos sectores y movimientos sociales que salieron a las calles -como en otras oportunidades- a defender la democracia, fueron duramente reprimidos, violentados y acribillados por aquellos que sintieron que las medidas de excepción del gobierno de Boluarte les daba una carta libre para matar y asesinar civiles, en nombre del bendito estado de emergencia

La respuesta de las iglesias evangélicas

Con los informes de la desgracia de los primeros pobladores heridos y asesinados, empezaron a aparecer voces de parte de diferentes sectores religiosos pronunciándose frente a los hechos, cada quien desde el marco de sus propias teologías políticas como de sus proyectos institucionales de posicionamiento público en la sociedad peruana.

Las primeras voces que se dejaron escuchar fueron la de la Iglesia Metodista del Perú y la de la Iglesia Evangélica Presbiteriana y Reformada en el Perú (IEPRP). La primera de ella estableció que vivimos «una situación crítica» caracterizada por el «desgobierno y la violencia», «el desprecio» y «la intolerancia». Recordando la orden del Señor Jesús al apóstol Pedro con la famosa frase «guarda esa espada», la carta pastoral de la Iglesia Metodista afirma que «el arma no tiene valor alguno en la construcción de una sociedad solidaria» concluyendo que «más allá del bando en que (uno) se encuentre, se trata de ser empático con el que sufre, con quien es perjudicado». Por eso es necesario, entre otras cosas, gobernar el país desde los intereses de las poblaciones postergadas, trabajar por fortalecer los espacios democráticos tanto en la sociedad civil como en las instituciones de gobierno, reafirmando el compromiso de velar por quienes menos tienen en esta sociedad. Como se puede observar la postura de la Iglesia Metodista del Perú es clara en cuanto al componente ético de identificación con los sectores más vulnerables, la denuncia profética contra la violencia ejercida contra el pueblo y el llamado a defender la vida, la justicia y la democracia.

Por su parte la postura del documento de la IEPRP es más ambiguo. Y esto porque inicia reconociendo que hay que «acatar el estado de emergencia» a la vez que afirma su preocupación por la necesidad de buscar alternativas a la realización de los cultos presenciales. Vale decir que este pronunciamiento público se inicia desde la afirmación del sometimiento al decreto del estado de emergencia y lamentando que la consecuencia directa de este problema sea no tener cultos presenciales, como si este fuera un asunto primordial en medio de un país que empezaba a desangrarse. Asimismo, el pronunciamiento siguió con la idea de advertir a la población a «no dejarse seducir por mensajes antojadizos y distorsionados de la realidad, pues azuzan a la población hacia la violencia», enfatizando su discrepancia con la movilización y la protesta social que en esos días venía gestándose, respaldando también la «sucesión de mando que se ha dado en el país», en clara referencia a la toma de mando de la presidenta Dina Boluarte. Pero como dijimos anteriormente, la ambigüedad del documento se expresa porque acto seguido se condenan «los asesinatos de los compatriotas abatidos en medio de las manifestaciones». Así como también se condena «el ataque perpetrado en contra de los miembros de la policía nacional». (El subrayado es nuestro) Asimismo, se afirma que no debemos «ser ajenos a las justas demandas de nuestros compatriotas que siguen postergados por la culpa de autoridades corruptas e incompetentes», y sin embargo líneas arriba se enfatizó a no dejarse envolver o engatusar por mensajes que incitan a la violencia y se reconoció positivamente la asunción de mando de Dina Boluarte, dejándonos con la duda respecto de cuál es el sentido específico de la carta pastoral de la IEPRP.

A continuación les dejamos copia de ambos documentos para que el público lector analice su contenido por sí mismo.

Por su parte, las iglesia evangélicas más tradicionales, han brillado por su ausencia, en cuanto a emitir opinión al público o proveer orientación a su feligresía. De manera aislada hemos identificado una carta circular del Sínodo de la Iglesia Evangélica Peruana (IEP) en Arequipa, una de las regiones donde la movilización social ha estado más activa. La carta invita a la feligresía a unirse en ayuno y oración por las situaciones de violencia, invoca a «respetar las disposiciones de nuestras autoridades según nuestra profesión cristiana», recomendando a la iglesia a «no participar en tumultos, principalmente a nuestros jóvenes, que eviten participar en movilizaciones de corte político». La carta de este Sínodo de la IEP nos ha dibujado claramente la manera que tiene de entender la situación en el país un amplio sector del liderazgo evangélico y por qué su recomendación pastoral termina siendo el llamado abierto a no involucrarse en acciones de protesta social.

Por su parte, el Concilio Nacional Evangélico del Perú, el otrora organismo representativo de una amplia mayoría de la comunidad evangélica, institución que recibiera el reconocimiento público de la Comisión de la Verdad y Reconciliación por su contribución a la defensa de los derechos humanos y el trabajo de pacificación del país, emitió un pronunciamiento, que nada más leer los versículos bíblicos que colocan como referencia central, uno inmediatamente identifica que el mensaje es: la responsabilidad de que el pueblo esté gimiendo la tiene el impío que ha estado gobernando, y encima de eso, quienes ponen en llamas a la ciudad con sus movilizaciones y protestas sociales son los malos, los escarnecedores. El documento afirma «nos estamos matando… como producto de posiciones radicales y cerradas», siendo su mayor exhortación a la constitución de «mesas de diálogo que permitan alcanzar acuerdos y soluciones viables» en una clara referencia a la iniciativa de la presidenta Boluarte de convocar a las iglesias a convertirse en su soporte religioso para la legitimación de su mandato, especialmente en las regiones donde la protesta social es más intensa.

Mientras los pronunciamientos iban y venían, las víctimas de la violencia alcanzaban también a los jóvenes evangélicos que empezaron a formar parte de la larga listas de pobladores asesinados por las fuerzas del orden. El primero de ellos fue Beckham Quispe Garfias, de 18 años, miembro de la Iglesia Evangélica Peruana y muerto en las protestas de la región Andahuaylas.

Junto con él, en la misma localidad de Andahuaylas, y en medio de las protestas en el aeropuerto de dicha localidad falleció otro joven evangélico, Cristian Rojas Vásquez, de 19 años, quien deseaba ser policía, pero terminó estudiando farmacia y a quien su hermana Noemí recuerda «tocando canciones evangélicas en su teclado y entonando alabanzas».

Finalmente, y hasta la fecha, el tercer caso es el de Josué Sañudo Quispe, de 31 años, hijo del pastor Germán Sañudo, traductor de la Biblia Quechua de Ayacucho. Su hijo Josué trabajaba cerca del aeropuerto de Ayacucho y al salir rumbo a su casa, habían manifestaciones cerca y fue alcanzado por una bala perdida, que le quitó la vida. Según el diario La República (19.12.22) el pastor no quiso brindar mayor información sobre las condiciones de la muerte de su hijo por «la estigmatización de una sociedad desinformada que tilda, sin mayor reflexión, a todas las víctimas, de personas violentas».

Mientras la fuerza de la realidad golpeaba de esta manera salvaje y absurda a este conjunto de familias evangélicas, contrasta la pasividad y el conservadurismo del pronunciamiento de las Federación de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú, un conjunto de denominaciones que abandonaron el CONEP en años anteriores por discrepancias internas, e integrada, entre otras, por Las Asambleas de Dios del Perú, el Movimiento Misionero Mundial y la Alianza Cristiana y Misionera, en cuyo documento se resalta el sometimiento de los cristianos a las autoridades rechazando «los actos ilegales de violencia y vandalismo que ya han cobrado lamentablemente vidas humanas». Efectivamente, fueron las vidas de muchos jóvenes, entre ellas las de 3 evangélicos tomadas a manos de la represión de las fuerzas del orden, a las que el pronunciamiento anima a seguir cumpliendo «con diligencia y honorabilidad» dichas funciones por las cuales las iglesias firmantes afirman «orar y continuar orando».

Al mismo tiempo el pronunciamiento de las mencionadas iglesias asume un carácter netamente político invocando a la comunidad internacional «a respetar nuestra soberanía e independencia, sin ejercer mayor injerencia o presión». Vale decir, se intenta impedir el observatorio internacional de las violaciones de Derechos Humanos en el Perú, legitimando las acciones represivas del gobierno de Boluarte.

En esa misma línea de ideas, el pronunciamiento de la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú (UNICEP), organismo que viene apoyando abiertamente a los evangélicos políticos que forman de los grupos anti-derechos en el Perú, solicita a las iglesias explicar a su feligresía las consecuencias «de dejarse llevar por ideologías de muerte», una manera sutil de ejercer el famoso «terruqueo» de las organizaciones comprometidas con actos de protesta, empleando además el pronunciamiento un lenguaje contrainsurgente al pedir oración para «enfrentar al enemigo interno y externo que ha reiniciado sus actividades de terror, destrucción y muerte», invocando a la comunidad internacional a respetar «la transición de gobierno, recaída en la presidenta Dina Boluarte», ¿será que la función de UNICEP ante el gobierno de Dina Boluarte será de buscar su legitimidad tanto en el frente interno como externo, haciendo uso del capital religioso que tienen como iglesias cristianas en el país, frente a las acusaciones que se levantan contra dicha gestión por los crímenes arriba mencionados y las medidas anticonstitucionales que vienen realizando?

La respuesta de las organizaciones basadas en la fe (OBF) de trasfondo evangélico

No son los únicos pronunciamientos de las OBF evangélicas, pero a la fecha, es interesante contrastar el enfoque diferente de las narrativas de estas organizaciones respecto de la narrativa de las iglesias, lo cual ya nos está ofreciendo una pista interpretativa de cómo se construyen los discursos desde estos dos sectores.

Por un lado tenemos el clásico discurso eclesial con su formulación ambigua entre teoría y práctica, en algunos casos, en otros, lo que hallamos es la típica solución del no compromiso o de la «huelga social», es decir el fácil recurso de exigir el sometimiento a las autoridades, o la huida de este mundo. Para terminar, nos encontramos también con casos extremos donde proliferan los discursos abiertamente ideologizados de sectores religiosos que asumen una postura de defensa del orden interno y de conceder anuencia a las acciones violatorias de Derechos Humanos.

Por su parte, los discursos de las OBF están más orientados al desarrollo de la conciencia ciudadana y al fortalecimiento ético de la acción de los que contribuyen a la búsqueda de la justicia y la afirmación de la democracia a partir de su acción concreta en el mundo. La mayoría de veces estos discursos tienen que estar muy moderados o auto censurados por las propias OBF para evitar que las iglesias tomen distancia de ellas o abiertamente renuncien a participar de los proyectos que estas realizan en su beneficio, o en otros casos, la distancia ideológica de lo propuesto por el grupo más «progresista» termina volviendo difícil el entendimiento con los sectores eclesiales más tradicionales o complica la construcción de una base axiológica común para juzgar la realidad e intervenir en ella.

El Colectivo Cristianos Comprometidos, destaca la inefectividad de creer que la asunción del gobierno por parte de Dina Boluarte vaya a solucionar por sí mismo la polarización en que se encuentra el país y menos aún la crisis política que venimos experimentando. De manera puntual dicho colectivo establece la necesidad de «una reforma integral del capítulo político de la Constitución, y mejorar las reglas de juego de las futuras elecciones». Por lo cual, exige al Poder Ejecutivo «convocar a nuevas elecciones generales en el mas breve plazo posible». Evidentemente, este no es una narrativa que encontremos en ninguno de los pronunciamientos ni de las exigencias de las iglesias evangélicas.

Por su parte, la ONG Paz y Esperanza fundamenta su llamado al trabajo por la justicia en el país desde su pronunciamiento «Derecho a la protesta, respeto y diálogo transparente para evitar más tragedias», en las recomendaciones en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), la cual caracteriza a la sociedad peruana en términos de «injusticia estructural» y «discriminación». Al no haber sido atendidas estas reformas institucionales se ha producido un desborde de parte de las demandas de la ciudadanía generándose un justo ejercicio de su derecho a la protesta, el cual ha sido inadecuadamente contestado por este gobierno con un «uso indiscriminado de la fuerza, generando más violencia».

Por lo cual Paz y Esperanza exhorta a un llamado al diálogo, al mismo tiempo que a la elaboración de una hoja de ruta que implique un cambio de las actuales autoridades, con lo cual es tácita su opción por el llamado a elecciones generales. Evidentemente, el contenido del pronunciamiento de Paz y Esperanza está orientado al público de sociedad civil, no necesariamente evangélico, el cual maneja no solo otro tipo de lectura de la realidad nacional, sino también un sentido utópico diferente respecto a los imaginarios evangélicos más tradicionales que priorizan asuntos como la obediencia a las autoridades, la defensa del orden social vigente, la resistencia al cambio social, el problema con la participación en actividades de protesta y la derechización de la opinión pública evangélica, problemas de sentido y significado que se han venido haciendo más difíciles de lidiar con, en la medida que la teología popular evangélica ha venido contribuyendo al detrimento del sentido profético de los dirigentes eclesiales y a mantener una distancia ideológica importante con los discursos y prácticas de la izquierda política en el Perú. Estos desencuentros hacen más amplias las brechas de entendimiento con los sectores eclesiales evangélicos y eso a su vez conlleva a un distanciamiento respecto de las feligresías evangélicas que se mantienen cautivas de las posiciones políticas conservadoras de sus líderes religiosos.

Terminamos este artículo señalando que la tendencia conservadora de los evangélicos contribuye al distanciamiento del compromiso activo con las grandes transformaciones que están por hacerse en este país; sin embargo, con el paso del tiempo vemos aflorar un discurso aun más peligroso para la afirmación de la democracia en el país, proveniente de sectores evangélicos (no solo conservadores) sino abiertamente fundamentalistas. En nuestro próximo artículo queremos explorar los acercamientos de los evangélicos políticos al gobierno de Dina Boluarte. ¿Estamos en camino a una defensa acérrima de la gestión de la violencia represiva en nombre de la salvaguarda del orden interno y de los intereses económicos y políticos de los más poderosos? No se pierda nuestro próximo artículo en el que estaremos analizando esta pregunta.

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La Violencia no tiene Distinción…

Testimonio de una primeriza

Este sábado 26 de noviembre, se llevó a cabo una gran marcha en conmemoración del 𝘿𝙞́𝙖 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙀𝙡𝙞𝙢𝙞𝙣𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙑𝙞𝙤𝙡𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙧𝙖 𝙡𝙖 𝙈𝙪𝙟𝙚𝙧 enmarcada en un espacio autodenominado “libre de racismo, transfobia, bifobia, lesbofobia, racismo, capacitismo y cualquier tipo de violencia” por la Asamblea 25N (grupo de colectivxs e independientes), quienes organizaron de manera conjunta la actividad. Este tema además forma parte de una de las luchas que hacemos en conjunto con otras organizaciones sumadas a la Campaña “Desfundamentalízate” la cual está en preparativos para el venidero 2023.

En este sentido, deseo compartir el presente testimonio basado en mi experiencia, según mis inicios como feminista migrante. La marcha se mantuvo en un ambiente de alegría, compañerismo y vivacidad, a pesar de ser esta mi primera vez en una marcha del 25N, y además en un país que no es de mi origen, puedo afirmar que me sentí incluida, segura y acogida. La marcha logró el propósito de reunir a miles de personas quienes luchan desde diferentes espacios no solo geográficos, sino también institucionales en pro de una misma lucha.

Al momento de los preparativos, antes de salir a marchar se pudieron observar distintos espacios con los grupos alistándose, terminando carteles, pintándose el rostro, realizando actividades de preparación física y relajación. Igualmente, se apreció parte de la apertura a la marcha el acto cultural de la colectiva de Revolucionarias quienes nos mostraron su performance “encadenadxs”. También tuve la oportunidad de conocer personalmente a la reconocida activista afroperuana Sofía Carrillo, quien se mostró muy dinámica y cordial con quienes nos acercábamos.

Posteriormente, la marcha se enrumbó al ritmo de batucadas, se escucharon consignas como: “No más violencia” “No más impunidad” “No más injusticia para las mujeres”, así como las diferentes arengas feministas, que son un tipo de oraciones con frases alusivas al tema las cuales se hacen a viva voz y en tono solemne para enardecer o levantar los ánimos. Finalmente, luego de un poco más de 5 Km la marcha finalizó de manera pacífica, habiendo dado testimonio al Perú, de la importancia de erradicar la violencia contra las mujeres.

Para culminar, por mi parte, doy testimonio sobre mi experiencia en la marcha del pasado 26 de noviembre con las siguientes palabras: “Agradezco al colectivo de Primerizas por el apoyo previo de información y formación a quienes marchábamos por primera vez, logrando sentirnos en un ambiente de inclusión y apoyo. Igualmente agradezco a la Asociación de Pasos Firmes conformada por compañerxs migrantes quienes fueron mis acompañantes durante todo el recorrido, haciéndome sentir como en mi tierra, acobijada de mi bandera”.

En conclusión, la violencia no tiene distinción de raza, edad, género, nacionalidad, entre otras; y por lo tanto la lucha debe ser en alianza, como un frente unido contra quienes buscan vulnerar nuestro derecho a la vida, la seguridad y la igualdad.

Dialoguemos…Comparte con nosotrxs tu experiencia en la marcha del 25N. O cuéntanos ¿Qué opinas de marchar en representación de la lucha por la eliminación de la violencia a la mujer?

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Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Hoy, 25 de noviembre, conmemoramos el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, en memoria al martirio de las tres activistas y hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) asesinadas en el año 1960 por el régimen de Rafael Trujillo en República Dominicana. La ONU oficializó este día en 1999, aunque esta iniciativa venía siendo solicitada desde 1981 por los diferentes movimientos feministas latinoamericanos.  

Esta es una fecha para hacer pública una de las luchas más significativas en nuestra sociedad activa, la lucha por la violencia contra la mujer en su diversidad sin ningún tipo de distinción, incluyendo también a niñas y adolescentes.

Este #25N recordamos la importancia de denunciar la violencia en cualquiera de sus manifestaciones (física, sexual, psicológica, verbal, cibernética, entre otras) ejercida en las mujeres a nivel mundial, al igual que la necesidad de visibilizar la ejecución de políticas públicas encaminadas a la protección de sus derechos para eliminar todas las formas de violencia contra nuestras mujeres.

Igualmente, esta fecha es una oportunidad para hacer un llamado a la reflexión para todas (os) nuestras (os) amigas (os) seguidores, en la contribución desde nuestros espacios de interacción social (hogar, comunidad, institución educativa, trabajo, redes digitales y otros) en la promoción de acciones basadas en el respeto y la tolerancia cero a la violencia.

Cuéntanos… ¿Qué podrías decirnos referente al tema?

https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-internacional-eliminacion-violencia-mujer

https://www.gob.pe/institucion/muniyurua/noticias/563339-25-de-noviembre-dia-internacional-de-la-eliminacion-de-la-violencia-contra-la-mujer

#UnDiaComoHoy #Efemérides #peru #25N #Diadelaeliminaciondelaviolenciacontralamujer #derechosdelamujer #mujer #derechos #historia #PerúMachista #desfundamentalizate #cierp

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Feminismo y Fe

Hace algunas semanas, en reunión con un grupo de mujeres feministas, conversábamos, entre otros temas, sobre si una persona puede ser feminista y mujer de fe al mismo tiempo.

Esto nos mantuvo dialogando sobre cómo ambas categorías (feminismo y fe) al parecer no pueden convivir en paralelo, y, en consecuencia, se observa un proclive a la renuncia de la fe por parte de muchas mujeres pertenecientes a este movimiento social. Es así como, estas mujeres feministas han tenido la necesidad de alejarse de su práctica creyente para evadir el debate, prescindir en tener que dar respuestas a otros, e incluso para evitar autocuestionarse sobre sus creencias.

En efecto, una de las luchas más grandes que ha tenido el feminismo a lo largo de la historia es contra una sociedad concebida con ideas patriarcales, es decir, una colectividad dominada por el hombre en todos sus ámbitos: económico, político, social, entre otros. Entonces, si hacemos retrospectiva histórica en este contexto, pudiera ser una de las razones de este desligamiento (entre feminismo y fe) la existencia de un mundo doctrinario tan dogmático y patriarcal fundamentado especialmente en muchos de los espacios de prácticas religiosas.

Lo anterior expuesto nos lleva a preguntarnos ¿Por qué no pueden el feminismo y la fe transitar en un mismo camino que visibilice a la mujer como un ser integral sin desigualdad de existencia inclinada por su distinción de género?

Y pues, coincidimos en que la iglesia es un espacio dialógico que no escapa a esta realidad en la que puede evidenciarse la subordinación de la mujer al hombre como una práctica normalizada, donde más bien debería ser una comunidad de iguales.

En este punto es donde las mujeres feministas que luchan por la equidad de género entran en conflicto: por un lado, son promotoras de la igualdad de derechos en el mundo, pero, por otro lado, cuando desean expresar libremente su fe, muchas veces se encuentran con un escenario que les impide manifestarse plenamente en ambos campos (el del feminismo y el de la fe), sintiendo al final que tienen la obligación de optar por alguno de los dos caminos y no por ambos.

¿Por qué crees que las mujeres no podemos interactuar en ambos espacios sin ser criticadas por los demás, incluso por algunas mujeres que creen que el ámbito de la fe y el de la lucha por los derechos son caminos que no deberían cruzarse entre sí? ¿Tú qué opinas?

Fuentes que puedes consultar sobre el tema: