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Etiqueta: diálogo

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Dialoguemos

Evangélicos frente a la violencia: ¿es posible un camino común?

  • Post author De Oscar Amat y León
  • Post date 10 de junio de 2025
  • No hay comentarios en Evangélicos frente a la violencia: ¿es posible un camino común?

Por: Marcos Arroyo – Publicado originalmente en: «El Diario de Marcos Arroyo» https://bit.ly/43Lgh1y

En Perú, como en muchos países de América Latina, la violencia, el crimen organizado y la corrupción se han vuelto parte del paisaje cotidiano. Frente a esta realidad, muchas iglesias evangélicas han sentido el llamado a responder, a ser luz en medio de las tinieblas. Sin embargo, no todas lo hacen desde el mismo lugar teológico ni con las mismas propuestas. Hoy, dentro del mundo evangélico, se escuchan al menos dos voces distintas —ambas preocupadas por la situación, pero con respuestas y horizontes diferentes.

Dos caminos, una preocupación compartida

Por un lado, está el sector evangélico más conservador, que ve la raíz del problema en una “crisis moral”. Para este grupo, la solución pasa por la conversión individual: si cada persona cambia su corazón, cambiará también la sociedad. Esta visión busca formar una “nueva ciudadanía” basada en valores cristianos, en la obediencia a Dios y en el rechazo al pecado. No es raro que desde este sector se propongan campañas de evangelización masiva, llamados al arrepentimiento o iniciativas legales para restaurar el “orden moral”.

Por otro lado, se encuentra un sector más progresista y ecuménico que, sin negar la dimensión espiritual, parte desde el reconocimiento de que la violencia es también estructural. Estos cristianos hablan de derechos humanos, justicia social, dignidad para todos y todas. Señalan que el Evangelio llama a transformar las estructuras que generan exclusión, pobreza y marginación. Por eso trabajan en la defensa de poblaciones vulnerables, en el acompañamiento a víctimas y en la denuncia profética de los sistemas que perpetúan la violencia.

¿Un diálogo posible?

A pesar de sus diferencias, ambos sectores comparten una preocupación genuina por el dolor de las víctimas y el deseo de ver una sociedad más justa y en paz. Esto abre la puerta a espacios de diálogo y colaboración en temas donde hay puntos en común: lucha contra la corrupción, prevención de la violencia familiar, rehabilitación de jóvenes en riesgo, acompañamiento a víctimas, etc.

Sin embargo, no se puede ignorar que existen límites reales al consenso. Temas como los derechos sexuales y reproductivos, el enfoque de género o los derechos de las personas LGTBI+, la eutanasia, marcan una línea de fractura profunda. Para el sector conservador, se trata de defender un diseño divino; para el sector progresista, de reconocer la dignidad de cada ser humano sin exclusión.

A partir de lo que viene ocurriendo en variadas experiencias, esta colaboración reconoce:

  1. Que no habrá consenso en todos los temas.
  2. Que las alianzas deben tener límites claros, para no legitimar discursos discriminatorios ni cooptar agendas.
  3. Que el lenguaje común puede encontrarse en la defensa de la vida, la paz y la justicia, si se entiende de forma amplia e inclusiva.

Una historia de tensiones… ¿y de esperanza?

No perdamos de vista que esta tensión entre cosmovisiones no es nueva. Desde el pasado, estas dos formas de vivir y entender la fe cristiana han convivido casi de forma irreconciliable. Una mira hacia el cambio moral y espiritual del individuo; la otra hacia la transformación histórica y estructural de la sociedad. Sin embargo, ambas nacen de una misma raíz: el deseo de fidelidad al Evangelio.

Por eso, el desafío hoy no es eliminar las diferencias, sino caminar juntos con respeto, humildad y compromiso, reconociendo que hay momentos en los que se puede y se debe trabajar unidos, especialmente cuando la vida de los más vulnerables está en juego.

Ética del cuidado, no imposición moral

La gran pregunta es: ¿puede haber una ética común que no pase por la imposición de una visión única del bien? ¿Es posible construir juntos una sociedad más justa sin exigir que todos crean igual?

Lo que algunas experiencias y acercamientos nos muestran es que el camino está en volver a lo esencial del Evangelio: el cuidado del prójimo, la compasión por el que sufre, la justicia para el oprimido. No se trata de esconder las diferencias, sino de no permitir que nos impidan actuar cuando el clamor de los más vulnerables es urgente.

Conclusión

La violencia no se combate solo con leyes ni con conversiones individuales. Tampoco basta con denunciar las injusticias desde lejos. Se necesita una fe encarnada, comprometida con la vida real de las personas. Cuando los distintos sectores del movimiento evangélico logramos reconocernos como hermanos —aunque no estemos de acuerdo en todo—, podemos avanzar juntos en lo esencial: la defensa de la vida, la dignidad humana y la justicia para todos y todas.

  • Etiquetas democracia, Derechos humanos, diálogo, evangélicos y política

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