Por: Oscar Amat y León
Desde diferentes puntos de vista, un conjunto de autores nos plantean la necesidad de repensar la existencia de «democracias fallidas», las cuales son incapaces de manifestar un equilibrio de poderes; que se caracterizan por mantener un estilo autoritario y abusivo con apariencia de democracia; que no pueden garantizar derechos y libertades fundamentales; que reprimen y descalifican la protesta; y que les han fallado a sus ciudadanos en la prestación de servicios básicos. Esta situación es más preocupante cuando comprobamos que los sectores religiosos fundamentalistas apoyan y son cómplices de esta estrategia de disminución y desacreditación de las democracias, al considerarlas una fuente de resistencia a sus propios planes de imponer una cultura política acorde con sus postulados moralizantes y religiosos.
A continuación les presentamos siete investigaciones que nos ayudan a comprender el fenómeno de las «democracias fallidas»:

«La derecha radical de América Latina que, a diferencia de la europea, es neoliberal sin ambigüedades en economía, ha encontrado en las iglesias evangélicas espacios privilegiados de influencia sobre las masas.»
Goldstein (2022: 17-18)

«Brasileños y chilenos, colombianos y peruanos, guatemaltecos y mexicanos rechazan un orden de cosas en el cual -para decirlo con un vals peruano- los seres no son de igual valor.»
Vergara (2023: 27)

«Para 1980, algunos observadores cercanos ya apreciaban paralelismos entre la movilización del extremismo religioso en el auge de los nazis (la Iglesia Cristiana alemana) y un potencial «fascismo cristiano» en Estados Unidos».
Chomsky (2006: 239)

«El eje central de una política de desarrollo es, entonces, una política cultural orientada a la creación de condiciones para un diálogo en condiciones de igualdad que potencie las diferencias en lugar de ignorarlas o pretender eliminarlas.»
Juan Ansión, en: Vigil y Zariquiey (2003: 13)

«Ante unos políticos que parecen cada vez menos capaces de gobernar un mundo crecientemente complejo, muchos votantes están cada vez más dispuestos a votar por cualquiera que prometa una solución simple.»
Mounk (2018: 43)

«La democracia se caracteriza no sólo por cómo se instituye el poder y por la finalidad de su acción, sino también por cómo se ejerce. En este caso la palabra clave es pluralismo, ya que se considera que no deben confiarse todos los poderes, por legítimos que sean, a las mismas personas, ni deben concentrarse en las mismas instituciones. Es fundamental que el poder judicial no esté sometido al poder político (en el que se reúnen los poderes ejecutivo y legislativo), sino que pueda juzgar con total independencia. Lo mismo sucede con el poder de los medios de comunicación, el más reciente, que no debe estar al servicio exclusivo del Gobierno, sino mantenerse plural.»
Todorov (2012: 13)

«De ahí la importancia que adquiere la búsqueda de identidad, la exploración del “sí mismo” (self) que llega a los ámbitos más intrincados de la acción humana, a saber, el cuerpo, las emociones, las dimensiones de la experiencia no reductibles a la racionalidad instrumental. De ahí también, el redescubrimiento de una alteridad incurable (el otro, lo otro y lo sagrado), de un espacio de silencio que se sustrae al flujo incesante de comunicaciones codificadas, que busca en lo más privado para recomponer los fragmentos dispersos de una experiencia humana constantemente suspendida en el límite entre el nacimiento y la muerte. Esta forma de conciencia, puede presentarse como un retorno a la religión organizada en el resurgimiento de sectas y grupos fundamentalistas, pero también puede dejar paso a formas secularizadas de experimentar con lo sagrado y a una nueva búsqueda de identidad.»
Melucci (1999: 114)