Esta semana tuve la oportunidad de ver la obra «María Maricón» de Gabriel Cárdenas Luna, el joven estudiante de la Pontificia Universidad Católica del Perú, cuyo afiche causó un sobresalto mayúsculo en una universidad que primero había programado la presentación pública de la obra y que luego la censuró, a partir de las quejas y presiones de un sector de la sociedad civil y de algunas autoridades de esa propia casa de estudios.
Sin haber presenciado los contenidos de la obra, los «críticos» argumentaban que «María Maricón» era en sí misma una ofensa a la Virgen María, a quien supuestamente debía dirigirse el mencionado título. Tratando de revertir una coyuntura que les era desfavorable en ese momento por el cierre del Sodalicio y la censura a la figura de Juan Luis Cipriani del Opus Dei, un sector del catolicismo integrista salió a las calles a «rezar».
Bueno en realidad salieron a protestar y, como era de esperarse, sectores de gobierno como el Ministerio de Cultura, ante el temor y la presión, cedieron y terminaron desautorizando la propia Resolución que dicho sector había emitido antes, la cual calificaba la obra como espectáculo público.
La realidad de las cosas era que la obra (ahora que la he visto) no tenía como propósito ofender a la Virgen o las creencias de un sector de la población peruana que se identifica como católica. Uno descubre en el transcurso de la función que «María Maricón» no se refiere a la Virgen María, sino que es el insulto que Gabriel Cárdenas recibía por parte de las personas que lo discriminaban cuando era niño y lo querían hacer sentir mal por ser gay.
Definitivamente, hay en «María Maricón» una fuerte crítica a las instituciones religiosas que esconden su homofobia detrás de vanos argumentos teológicos o religiosos. Es bien cierto que la mayoría de iglesias cristianas en el Perú se alinean con la cultura patriarcal y ofrecen una mirada -en el mejor de los casos- de condescendencia hacia la población LGBTIQ+. En otros casos, el desprecio que muchos cristianos/as sienten por las personas de la diversidad sexual les lleva a expresar odio y discriminación hacia esta comunidad. Eso, sumado a una actitud de desprecio por la vida de las personas que son diferentes a la mayoría heterosexual en el Perú, pone en riesgo a los integrantes de la diversidad sexual, ante los brotes de violencia y hasta los crímenes de odio, que son alentados indirectamente por el discurso religioso de los pastores y sacerdotes irresponsables. Por ejemplo, recuerdo el caso del pastor Rodolfo González cuando decía en uno de sus sermones que la Biblia enseña que, «si ven a dos mujeres teniendo sexo, hay que matarlas a ambas».
Me gustó la obra porque en medio de las sombras de la religión que discrimina, mediante recursos como la danza, la actuación y los símbolos utilizados, Gabriel Cárdenas y sus colegas son capaces de transmitir rebeldía, protesta, indignación y, sobre todo, esperanza. Esperanza de que las cosas pueden ser diferentes en un Perú libre de Fundamentalismos, donde las personas pueden ser libres de vivir y amar de acuerdo con su orientación sexual e identidad de género, viviendo con los mismos derechos y libertades que los heterosexuales gozamos. Un Perú donde quepamos todos, viviendo en democracia y una iglesia que celebra el ejemplo de Jesucristo liberador y no se presta a los juegos de odio de los grupos antiderechos.
Hola, compartimos nuestra posición que el Centro de Investigación en Religión y Política – CIERP, desea expresar en torno del problema de cómo los Fundamentalismos promueven la violencia de género a través de algunas iglesias, con consecuencias muy peligrosas para la vida y la dignidad de las mujeres en el Perú y para el trato igualitario entre hombres y mujeres en espacios eclesiales.
Hola, compartimos algunas posiciones que el Centro de Investigación en Religión y Política – CIERP, desea expresar de manera específica en torno del problema de cómo los Fundamentalismos promueven la violencia de género en las políticas públicas, con consecuencias muy peligrosas para la vida de las mujeres en el Perú y para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Conversando un día con mi colega y amigo Rolando Pérez respecto del desarrollo de los acontecimientos de los evangélicos en la agenda pública, veíamos con mucho pesar la pérdida de relevancia de diferentes organizaciones que, en otros momentos, fueron ejemplo de coherencia e integridad con sus ideales evangélicos, entre estas lamentablemente se encuentra el Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP).
No solo es preocupante la existencia de congresistas antiderechos involucrados en la política, que promueven leyes que perjudican la seguridad y la vida de las mujeres; que afectan libertades de la ciudadanía; o que promueven la impunidad de los violadores de derechos humanos en el Perú. De esos malos políticos evangélicos siempre hemos tenido en mayor o menor medida desde su llegada al poder con Alberto Fujimori y su partido, Cambio 90.
Lo penoso en este caso es que la organización que representaba a la mayoría de los evangélicos en el Perú, el Concilio Nacional Evangélico del Perú, sí el CONEP, reconocida como defensora de derechos humanos por el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), sea ahora quien con sus nuevos dirigentes, promueva y avale pronunciamientos y discursos contrarios al espíritu democrático y proderechos que le había caracterizado. Para más información sobre el rol del CONEP en el proceso de paz y reconciliación entre los años 1980 y 2000, se puede consultar el siguiente enlace: https://bit.ly/3FVq6Sg
Según informa la página de Facebook del Concilio Nacional Evangélico del Perú, ver: https://bit.ly/4lahGqG a inicios del mes de marzo se reunieron las directivas del CONEP y de la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú (UNICEP) en un encuentro donde
… ambas organizaciones reafirmaron la importancia de la unidad entre las iglesias evangélicas y su compromiso de trabajar juntas en iniciativas que promuevan los principios cristianos, la solidaridad y la paz social en nuestro país. Además, se abordaron temas esenciales como la defensa de la libertad religiosa y la vigilancia frente a doctrinas que puedan afectar la fe y estabilidad de nuestra comunidad.
Reunión de Juntas Directivas CONEP y UNICEP. Fuente: CONEP
Lo escandaloso del evento no ha sido la reunión en sí de ambas directivas, sino el contenido de uno de los productos que de esa reunión ha surgido: el así llamado «Pronunciamiento CONEP-UNICEP con agenda común a favor de la unidad de la Iglesia Cristiana Evangélica». Puede consultarse el texto original en: https://bit.ly/43rzyXy
¿Qué de escandaloso hay en dicho pronunciamiento?
El documento firmado por ambos organismos (CONEP-UNICEP) señala la necesidad de «asegurar el cuidado de la libertad religiosa en el país, prestando atención especial al monitoreo de sectas que lleguen con doctrinas potencialmente peligrosas». Esta manera de concebirse a sí mismos como gendarmes de la correcta religiosidad evangélica es incompatible con el carácter amplio de las plataformas que dicen representar. ¿Serán las/los directivos del CONEP o quizás los de UNICEP quienes van a tener la autoridad moral y religiosa para hablar de «sectas con doctrinas potencialmente peligrosas»? ¿No son acaso el CONEP y UNICEP dos plataformas interdenominacionales que deben acoger a las diferentes expresiones de fe de las iglesias evangélicas en lugar de colocarse en el plano de descartar y desacreditar a los grupos con los cuales no están religiosa o políticamente de acuerdo? ¿Cuándo llegó el fundamentalismo al CONEP que ahora se creen en la posición de determinar el carácter «peligroso» de una doctrina?
Y siguiendo esta línea autoritaria, el mencionado pronunciamiento señala la importancia de «vigilar a aquellos grupos religiosos que, aunque puedan presentar una fachada protestante, propugnan enseñanzas que puedan distorsionar la fe cristiana y poner en riesgo la estabilidad social». Entonces, si seguimos su argumentación, estos grupos con doctrinas potencialmente peligrosas, son grupos protestantes que promueven enseñanzas que tienen dos tipos de consecuencias: a) son disidentes respecto de las doctrinas del establishment evangélico conservador y b) promueven acciones de protesta que ponen en riesgo la estabilidad social.
¿A quién o quiénes los directivos del CONEP-UNICEP pretenden intimidar? ¿A qué sectores dentro del protestantismo evangélico se pretende silenciar, primero porque no tienen las mismas creencias en materia religiosa y segundo, porque promueven la movilización ciudadana, constituyéndose en una voz alternativa y profética a las voces de estos directivos que se mantienen pasivos e indiferentes ante la injusticia promovida por los propios congresistas antiderechos?
¿Será acaso que este pronunciamiento es un guiño de respaldo a las políticas de tipo»mano dura» que el congresista Alejandro Muñante pretende promover? ¿No es acaso este congresista el que está utilizando la idea de «desestabilización social» y «desestabilización política» para promover sus disparates congresales? No es casualidad que este pronunciamiento se alinee con esta manera de ver el problema en el país y amenace a los grupos protestantes disidentes y no solo señale que hay que «monitorear» y «vigilar» las acciones de estos grupos, sino que se les acuse abiertamente de ser desestabilizadores del sagrado orden social que pretenden defender. ¿Cuál es el paso que sigue señores del CONEP y UNICEP? ¿La criminalización de la disidencia religiosa? ¿Van a perseguir a las «sectas protestantes» y acusar a sus dirigentes de promover el caos público o de ser agentes de desestabilización política? Sobre los malos dirigentes bien profetizó en las Sagradas Escrituras el profeta Isaías: «Ustedes tienen las manos manchadas de sangre y los dedos manchados de iniquidad. Sus labios dicen mentiras; su lengua murmura maldades». (Isaías 59:3)
Congresista Milagros Jáuregui presenta el PL 10342 que modifica el artículo 108-B del código penal ¿principio de igualdad ante la ley? O más bien representa esto ¿un atentado contra los derechos de las mujeres?
Luisana González
Esta nueva propuesta, es una demostración más de una seguidilla de iniciativas legislativas que emprende la congresista en favor de la vulneración de los derechos a las mujeres en el país. Con la misma, pretende modificar el artículo 108-B del código penal; reemplazando el delito de feminicidio por el delito de asesinato de la pareja, disfrazando esta propuesta bajo la consigna de igualdad y la no discriminación por sexos, sin embargo, el PL va mucho más allá.
En su proyecto, hace mención a la necesidad de eliminar una de las condiciones de privativa de libertad por feminicidio, el cual es producido cuando una mujer es asesinada por su propia condición de mujer, y sustituirlo por asesinato por su cónyuge o su conviviente. Pero, este cambio deja muchos vacíos legales y en consecuencia se produce una desprotección de los derechos de las mujeres tales como: ¿Qué sucede cuando una mujer es asesinada por un acosador, o un desconocido? ¿cómo se tipificaría un crimen contra una niña o adolescente? Es decir, el delito de un hombre contra una mujer donde no exista ninguna relación sentimental.
Esto, sin duda alguna demuestra que la congresista no se preocupa por los altos índices de violencia contra las mujeres; a pesar de autollamarse una “defensora de la familia”, sino que se mantiene en su discurso contra el feminismo y la diversidad. Poniendo en riesgo los avances de años por parte de movimientos sociales a favor del derecho fundamental a una vida libre de violencia.
Dialoguemos... ¿Qué opinas tú? ¿de qué manera este PL atenta contra los derechos de las mujeres?
Mucha gente piensa que cuando lee la Biblia no necesita interpretarla, que basta con leerla, con buena voluntad, de manera literal. Esta «ilusión de la transparencia» del texto bíblico lleva a creer al lector, que la comprensión del texto no necesita ningún estudio previo, sino que basta solo con aplicar el sentido común y el texto se nos va a brindar en todo su esplendor. Generalmente, esta postura está asociada con una espiritualización del texto bíblico, acercamiento por medio del cual se asume que el lector tiene un poder especial, casi divino, que lo capacita para entender la Biblia por encima de quienes reclaman una metodología de estudio (exégesis) más rigurosa para interpretar un texto que tiene más de 2000 años de antigüedad.
Para lograr esto, el intérprete recurre al arsenal de herramientas que utiliza de manera cotidiana para entender lo que lee, sin prestar mayor atención, ni a los elementos histórico culturales, ni tampoco a los elementos propios del análisis literario del texto. Esto produce un análisis más superficial o más profundo, dependiendo del menor o mayor presencia de elementos que se hayan utilizado para entender las Escrituras Judeo-cristianas.
Esta suerte de interpretación literal, casi literalista es muchas veces una puerta entreabierta para el ingreso del fundamentalismo cristiano en la comprensión de la Biblia. Juan Wesley, el famoso teólogo y predicador de la Inglaterra del siglo XVIII desarrolló un esquema de interpretación bíblica llamado el «cuadrilátero de Wesley», el cual incluía cuatro elementos con los cuales los acercamientos fundamentalistas tienen serios problemas:
1. Biblia: Todo empieza por entender que la Biblia es un libro escrito por seres humanos en unas coordenadas de espacio y tiempo históricamente condicionadas, aceptando que sus ideas «no cayeron del cielo» ni que los escritores cristianos entraron en una especie de trance, ni escritura automática para escribir sus páginas. Esto implica también reconocer que el carácter sagrado de sus enseñanzas que las personas creyentes le atribuyen radica en un acto de fe, por lo cual, no deberíamos temer ni menospreciar los estudios ni las ciencias humanas que nos permiten entender mejor su mensaje. El fundamentalismo tiene problemas con todo lo dicho, pues el literalismo y el espiritualismo en el que incurren, terminan por convertir a la Biblia en un libro totalmente divino y mal interpretado, con lo cual ésta se convierte en una bomba de tiempo en manos de personas fanatizadas que distorsionan e imponen una versión abusiva del mensaje bíblico.
2. Tradición: Las personas que han interpretado la Biblia a lo largo del tiempo han ido generando una herencia interpretativa que usualmente es acopiada y administrada por las iglesias, generando corrientes de interpretación bíblica que simplifican la interpretación al proveer marcos teológicos con los cuales se lee las Escrituras. Más allá de desconocer o pretender invisibilizar las diferentes tradiciones, lo más honesto para el proceso interpretativo es reconocer desde qué supuestos me acerco a las Escrituras, y trabajar con ellos y desde ellos; al mismo tiempo que procuro considerar e incorporar los puntos de vista de otras tradiciones que me me permitan una comprensión más completa del texto. El fundamentalista no reconoce su propia tradición. Simplemente considera que su manera de entender el texto es la única y verdadera.
3. Experiencia: Nuestra experiencia no se limita solo a un acto individual, sino que incluye la experiencia colectiva de la que participo, mis condicionamientos culturales, mi propia biografía, el contexto en que vivo. Todo esto le da forma a mi manera de entender las Escrituras. Para el análisis fundamentalista, en cambio, todo esto no tiene sentido, puesto que al considerar a la Biblia como un libro exclusivamente divino, el contexto de los redactores y el contexto de los lectores resulta irrelevante para la definición de las «verdades fundamentales».
4. Razón: Si bien nuestra razón es limitada y no es capaz de comprender las realidades últimas en su plenitud, el concurso de nuestra razón al proceso interpretativo es inevitable y necesario ya que es lo que vuelve profundamente humano al proceso hermenéutico. No se trata de caer en un racionalismo absurdo, pero cuando el fundamentalismo idealiza la simplicidad del estudio y castiga la preparación académica, podemos darnos cuenta que estamos en serios problemas, respecto de la capacidad de comprensión de los fundamentalistas para aproximarse, con alguna adecuación y decencia, al mensaje central de las Escrituras.
El problema del fundamentalismo
Cuando las personas que leen la Biblia incurren o caen bajo el lazo del fundamentalismo, se abre un abanico de posibilidades de alto riesgo para la construcción de lo que es su manera de mirar el mundo (cosmovisión). Y esto porque el fundamentalismo pretende invadir otras esferas de la vida: la crianza de los hijos, el concepto de familias, las relaciones entre hombres y mujeres, la responsabilidad ética y social, las convicciones políticas, las actitudes y valores que uno defiende. todo puede ser impregnado con la ideología fundamentalista.
Dos artículos escritos por el biblista Eduardo Arens, son de mucha utilidad para entender las características y el funcionamiento del fundamentalismo bíblico:
¿Qué alternativas tenemos al fundamentalismo religioso?
1. Estudie e investigue: No te quedes con ideas superficiales sobre el texto bíblico. Lee y estudia los pasajes por tí mismo, e investiga en materiales complementarios que te puedan ayudar a comprender mejor. Estudia la Biblia con compañeros/as y comparte tus hallazgos en una actitud de apertura e investigación.
2. Consuma material bíblico saludable: Los recursos pueden ser: diccionarios y comentarios bíblicos, artículos en internet, libros especializados sobre el texto que quieres conocer mejor. Presta atención a la orientación que tienen estos materiales: el fundamentalismo también escribe y produce materiales. Pide a amigos/as que tienen más tiempo estudiando la Biblia que te recomienden autores que sean serios y que te ayuden a darte insumos para el estudio bíblico.
3. Lea una versión de la Biblia que se entienda mejor: Cuando leas la Biblia, usa más de una versión. Recuerda que todas las versiones en castellano son una traducción de los idiomas originales. Una versión muy recomendable para entender el texto bíblico es la PDT (Palabra de Dios para todos) de la Liga Bíblica. Busca su oficina en el lugar en que vives y consigue un ejemplar. También son muy recomendables la Nueva Versión Internacional y Dios Habla Hoy, ésta última es publicada por las Sociedades Bíblicas. Y en el caso de versiones en línea, hay una plataforma que se llama biblegateway, aquí les comparto el enlace: https://www.biblegateway.com/?language=es
4. Concédale un mayor énfasis a entender el contexto: A diferencia del acercamiento fundamentalista, no nos cansaremos de enfatizar la importancia de entender el contexto de los autores bíblicos, así como la importancia de comprender bien nuestro propio contexto, de modo que seamos capaces de actualizar y contextualizar el mensaje bíblico a nuestra propia realidad.
5. Considere los resultados de su interpretación como una hipótesis perfectible: El hecho que puedas ir comprendiendo los textos bíblicos, no debe llevarnos a una falsa seguridad o a un sentimiento de superioridad. Conforme más vamos comprendiendo el texto, más nos vamos dando cuenta lo que nos falta entender de él. Por ello, nuestros «descubrimientos» en el texto debemos tomarlos como ideas que pueden ir completándose conforme tenemos acceso a nuevos recursos, a los idiomas originales o a un estudio más especializado en materia bíblica.
Recordemos: muchas veces el problema no es la Biblia, sino la interpretación que se hace de ella
El viernes 03 de noviembre el CIERP en coordinación con el despacho de la congresista Susel Paredes, organizamos una conferencia en el Congreso de la República sobre el tema del Fundamentalismo y el abuso en las comunidades religiosas.
A continuación publicamos extractos de los videos correspondientes a la presentación de Pedro Salinas, sobre el abuso en el movimiento del Sodalicio de Vida Cristiana, al interior de la Iglesia Católica.
La segunda ponencia fue presentada por Paola Ugaz sobre el tema «Las finanzas de la violencia del Sodalicio». La idea es rastrear los intereses económicos que fundamentan el quehacer del Sodalicio a nivel de diferentes empresas y terrenos, así como dar seguimiento a los mecanismos que sustentan y financian el funcionamiento de sus casas y centros de formación a partir del uso de sus influencias para obtener beneficios judiciales y actuar en los límites de la ley en diversas regiones del país.
Luego, tuvimos la presencia de nuestro director, Oscar Amat y León, quien compartió el tema de «el abuso espiritual en contextos evangélicos». La idea principal en esta ponencia era identificar de qué manera se manifiesta el abuso en sus diferentes formas, no solo en el contexto del mundo católico, sino también en espacios evangélicos, muy probablemente priorizando a sectores sociales provenientes de estratos medios y bajos, siendo el abuso psicológico, físico, sexual o espiritual un fenómeno que se inserta en la propia vida de la comunidad de fe, no como un dato agregado, o como una disfunción del quehacer religioso, sino que muchas veces se inserta en la dinámica interna y cotidiana a un modelo de pastoral autoritaria y permisiva en las relaciones entre el liderazgo y la feligresía más vulnerable de las congregaciones.
Finalmente, queremos compartir el pronunciamiento que fue preparado con motivo de esta conferencia y que trata directamente sobre cómo deberíamos enfrentar los temas del abuso en las comunidades religiosas. La idea es contribuir al debate público sobre los límites que las organizaciones religiosas deberían tener en el marco del derecho a la libertad religiosa, pero sin que malos dirigentes religiosos conviertan las búsquedas espirituales de la gente en un terreno fértil para el crecimiento del abuso, el maltrato ejercido en nombre de Dios y que la ciudadanía constate el peligro que existe cuando el fundamentalismo y las personalidades autoritarias intentan normar las relaciones ciudadanas o se intenta gobernar un país bajo el control total y la manipulación.
¿Qué piensas acerca de este tema?¿Puedes comentar sobre casos de personas que han sufrido diferentes formas de abuso en comunidades de fe? En nuestro próximo envío seguiremos compartiendo más videos y el pronunciamiento elaborado en el marco de la lucha contra el abuso en comunidades religiosas. Si te interesa este tema, deja tu like, comparte y comenta
Hace un tiempo encontré en Internet un video realizado por el colectivo “Con Mis Hijos No Te Metas”. El video se llama “Sin Libertad” y creo que expresa muy bien cómo le gustaría a este movimiento imponer su manera de ver el mundo al resto de la sociedad: sus reglas, su comprensión del modelo familiar que consideran “natural”, sus prohibiciones y sus más profundos temores. Pero claro, el video está producido en el formato “espejo”; es decir, intentan denunciar que es el otro, el imaginado rival, ése es el que está equivocado, es el que utiliza la fuerza para imponer sus reglas, ese es el que aprovecha los mecanismos del estado para afectar la vida y las libertades de las personas “buenas”.
En la actualidad no solamente estamos expuestos a la crisis de la democracia, al observar al gobierno en manos de una dictadura congresal, sino que estos grupos fundamentalistas y antiderechos intentan también colonizar el sentido común de la población a través de promover el miedo, el odio y el autoritarismo. Una muestra de este tipo de argumento malévolo, se puede observar, por ejemplo, cuando los productores del video en mención comparan a los grupos terroristas, quienes promovían una ideología subversiva, con las ONG de derechos humanos que promueven lo que ellos llaman la “ideología de género”.
Una directora de colegio que amenaza al padre de familia, vestida de rojo (comunista) y que plantea que los niños/as son propiedad del estado
En ese sentido, “Sin Libertad” es una excelente imagen de la distorsión del enfoque de género y detalla con efectiva perversión ese conjunto de fantasmas que, sobre la sexualidad y el poder, mantienen en el obscurantismo y la falta de libertades a quienes suscriben posiciones “cristo-fascistas”, como la de CMHNTM, quienes han olvidado la importancia de la vida en democracia, el respeto a la diversidad y la promoción de los derechos humanos.
Abnegada madre de familia intervenida en su hogar por… ¿la «Policía de Género»?
Proyección de los posibles escenarios de la actuación política de los evangélicos en el 2023
Por: Oscar Amat y León & Miguel Ángel Castro
Se inicia el año 2023 en un contexto muy convulsionado para la sociedad peruana, en medio de una realidad compleja y violenta, en la cual los sectores evangélicos han jugado un rol de defensa del orden vigente, por encima de la justicia y de los intereses de los sectores más vulnerables.
El 2022 ha sido un año en que miembros del liderazgo evangélico relacionados con el Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) lamentablemente han fallecido (Víctor Arroyo, Pedro Merino) o su salud se ha visto afectada (Pedro Arana), dejando un espacio vacío que rápidamente ha sido llenado por líderes neopentecostales (Eduardo Concha, Cristian Scheelje, Miguel Bardales) quienes han asumido un control de los espacios representativos de los evangélicos (CONEP/UNICEP) y ahora se encuentran en pleno proceso de obtener legitimidad, a todo costo, ante los organismos de la sociedad civil donde el CONEP formaba parte.
En medio de este contexto global (social y eclesial) el Centro de Investigación en Religión y Política (CIERP) presenta lo que consideramos serán las grandes tendencias de los próximos escenarios de actuación política de los evangélicos, en los cuales se producirá el debate sobre el eje: Religión, Género y Derechos Humanos en el Perú del 2023:
1. Los nuevos «caminos de unidad»
En el Perú, desde la crisis religiosa en torno al debate producido en el mundo evangélico por la aprobación del artículo 50 de la Constitución del Perú, en 1993, existen dos federaciones que procuran representar a los evangélicos: por un lado, tenemos al Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), la más antigua, que data de 1940 y que recibió el reconocimiento de parte del informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación por su rol protagónico en la defensa de los Derechos Humanos en el Perú, durante el período (1980-2000). De otro lado, a raíz del debilitamiento del CONEP y finalmente ante su anuencia a la aprobación del artículo 50 de la Constitución Peruana de 1993 anteriormente mencionado, un grupo de iglesias no denominacionales vinculadas al sector neopentecostal, acusaron al CONEP de aceptar condiciones, sobre la igualdad religiosa, que no eran las más favorables para los evangélicos. Estas iglesias aspiraban lograr constitucionalmente, una situación de igualdad de privilegios con la Iglesia Católica. Ante esta situación las iglesias insatisfechas con el rol representativo del CONEP formaron, en 1993, la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú (UNICEP), en un clima de crisis institucional y enfrentamiento entre ambas organizaciones.
Con las crisis sufridas por el CONEP desde 1993 (su debilitamiento institucional, la pérdida de varias denominaciones evangélicas miembro, su profunda crisis financiera y la salida de varios de su líderes más representativos) todo esto ha llevado a que la presencia de liderazgos vinculados al mundo neopentecostal tengan una mayor fuerza y presencia tanto en las asambleas como en las Juntas Directivas elegidas al interior del CONEP. Es así que la última elección la presidencia de la Junta directiva haya recaído en Eduardo Concha, pastor de la Iglesia Agua Viva, una iglesia neopentecostal con muchas afinidades, a nivel de visión y estrategias, con el proyecto de UNICEP. En la práctica el copamiento neopentecostal del poder en ambas federaciones crea las condiciones para que en el 2023 ambos espacios sean la plataforma eclesial para las coordinaciones con el trabajo de los congresistas evangélicos anti-derechos y para que los neopentecostales obtengan una mayor presencia en los espacios de sociedad civil en los que participan, desde la defensa de una agenda pro vida y pro familia, teniendo en su horizonte teológico y político, la lucha contra la así llamada «ideología de género».
Material repartido por CONEP y UNICEP en un evento organizado por el congresista Alejandro Muñante, octubre 2022. Ahora entendemos mejor cuál es la nueva historia que ambas instituciones tienen por escribir.
2. La aventura política de los evangélicos
En el 2023, los evangélicos seguirán deslumbrados por las muestras de poder e influencia de los evangélicos políticos. Si bien en la actualidad no todos los evangélicos están de acuerdo con que los creyentes participen activamente en política, este grupo es cada vez más reducido. La discusión en la actualidad gira en torno a cómo debe ser la participación de los evangélicos en la política. Y en este caso, las opiniones son amplias y variadas.
Hay algunos sectores que estarían dispuestos a implantar una teocracia evangélica, en base a una lectura fundamentalista de la ley de Dios, siendo capaces de convertir los pecados personales en delitos civiles. Hay otro sector que durante el 2023 seguirá en aumento y que es más proclive a la defensa de los roles de la familia tradicional. Este grupo está abiertamente en contra del enfoque de género y la igualdad entre hombres y mujeres en la iglesia y la sociedad. Este sector pretende utilizar la política para la defensa de la visión y los intereses de las iglesias evangélicas, por lo cual, seguirá gozando de la aprobación de los sectores eclesiásticos evangélicos.
Pero además, en el 2023, se volverá más clara y más peligrosa para la democracia, la existencia de un sector político evangélico, más pragmático en cuanto a defender sus propios intereses y a sus aliados no evangélicos. Este sector usará en apariencia el discurso conservador y apelará a la moral evangélica para legitimarse, pero su principal pretensión serás asegurarse un espacio más estable dentro de la clase política, disfrutar de los beneficios de ser protagonista en la opinión pública y no tendrá escrúpulos para sostener alianzas políticas con sectores que participan de la corrupción y otros delitos, siempre y cuando éstos tengan una apariencia de lucha contra la así llamada «ideología de género». (Ver el concepto de «políticos antiderechos» en el trabajo de Amat y León & Condor, 2020, en: https://bit.ly/3GeZ7h3)
Este sector justificará sus alianzas ya no en base a la calidad moral de sus aliados, sino que estará dispuesto a minimizar las inconductas personales de sus colegas políticos o las violaciones de derechos humanos que se cometan, sobre el supuesto que solo Dios puede juzgar a sus ungidos (pastores o políticos) mientras que éstos afirmen una postura claramente pro vida y pro familia.
Congresista evangélico Alejandro Muñante, junto con otros miembros de su bancada.
3. El nuevo discurso eclesial: ser una iglesia relevante
En el año 2014 el pastor Robert Barriger, de la iglesia Camino de Vida (una de las iglesias neopentecostales más conocidas en el país) publicó un libro que se llama «La iglesia relevante» en el cual se brindan consejos sobre cómo producir el cambio del modelo tradicional de hacer la misión de la iglesia a un modelo más «moderno» y actualizado a las características culturales y las preferencias de consumo religioso de la juventud. De esa manera, piensa el autor, la iglesia se vuelve un modelo atractivo para la gente no evangélica y se vuelve una comunidad visible, irresistible, notoria y relevante. En síntesis, es un llamado a pasar -eclesialmente hablando- del mundo tradicional y rural, al mundo moderno y urbano:
«Hoy día encuentro esta curiosidad: en nuestra iglesia tenemos la posibilidad de llegar a muchos pueblos olvidados en la sierra alta del Perú. Ahí podemos ver lugares donde los padres y abuelos han practicado por generaciones las mismas costumbres y tradiciones. Se visten igual que sus antepasados de hace 500 años, trabajan sus cultivos tal y como sus padres, abuelos y antepasados lo hicieron. La mayoría son analfabetos, no tienen que leer ni escribir porque se levantan temprano para ir a trabajar en sus cultivos y regresan tarde a casa para dormir. Por otro lado, sus hijos tienen Facebook y se comunican por correo electrónico. Esto nos dice que las fronteras del mundo en la actualidad están cayendo».
Lo interesante del caso es que en el último desayuno del año, organizado por la Sociedad Bíblica Peruana , llamado «Ser iglesia en el año 2023», los tres conferencistas del evento (Concha, Scheelje y Bardales) desarrollaron de manera implícita y explícita, ideas relacionadas con el concepto de ser una iglesia relevante en el 2023, como pueden verlo en el siguiente video: https://bit.ly/3GfY2WC.
El objetivo es lograr visibilidad y prestigio a través del manejo de las adecuadas relaciones con el poder político, con el establecimiento de relaciones clientelistas con grupos poblacionales necesitados a quienes se puede deslumbrar con donaciones provenientes del exterior, dejando de lado tradiciones y prácticas evangélicas que no están más acorde con los tiempos contemporáneos y que más bien se convierten en un obstáculo cultural para la llegada de otros sectores sociales de mayor nivel social a las filas de los evangélicos, ahora convertidos en «cristianos a secas». Y es que muchas de estas iglesias prefieren referirse a sí mismas como iglesias cristianas, en lugar de utilizar el término «evangélicas», asociado a sectores rurales y pobres urbanos.
Eduardo Concha, presidente del CONEP, en conferencia «Ser iglesia en el año 2023», organizada por la Sociedad Bíblica Peruana (SBP).
«La visibilidad en este mundo es tan importante como la habilidad. En la actualidad no solo debemos tener habilidad sino también visibilidad. Ser visible para que la gente se dé cuenta de nosotros, para poner nuestro mensaje entre los cinco mil diarios que ellos ven, y que nuestro mensaje sobresalga para que se den cuenta del poder que tiene. Hoy día hay mucha «bulla» en el mundo, pero recuerda: nuestro mensaje puede ser admirado, observado y oído. La iglesia tiene que tener visibilidad»
Barriger, R. (2014). Una iglesia relevante.
Por lo cual creemos que en el 2023 las iglesias evangélicas, especialmente las consideradas como las mega iglesias de corte neopentecostal, pretenderán obtener una mayor aceptación por parte de la opinión pública haciendo uso de sus recursos humanos y materiales, con la intención de ampliar sus niveles de influencia, obtener reconocimiento del estado y otras instituciones, competir en la tutela moral del país con la iglesia católica y ser capaces de introducir los elementos de su agenda pública en la mayor cantidad de espacios posibles del estado y la sociedad civil.
Y estos sectores de la iglesia evangélica van a realizar esta acción como parte de su sentido misionero, movilizando a su feligresía a asumir una serie de compromisos para lograr la famosa relevancia, no solo como un elemento de prestigio social, sino como una manera de prevenir el avance del comunismo, el pensamiento progresista y la «ideología de género». La iglesia evangélica movilizará un espíritu de cruzada para «salvar» al Perú no solo espiritual o religiosamente, sino para «salvarlo» de caer en el gobierno de ideologías de izquierda, a las cuales se les identifica como la personalidad del mal a nivel político.
«La filosofía que yo prefiero seguir es esta: los cristianos somos sal y luz en la tierra; los cristianos debemos estar en esos lugares (música, TV, artes, política, etc.) para ejercer influencia. Y si Dios está ordenando a la iglesia cambiar, tenemos que cambiar. (…) Mi mentor, el doctor Edwin Louis Cole, dijo lo siguiente: «Cuando Dios ordena cambio, el cambio vendrá de arriba por revelación o de abajo por revolución. Pero siempre vendrá». Es mucho mejor, de hecho, cambiar a los líderes de arriba por una revelación que por una revolución. Pero si Dios ordena el cambio en la iglesia, es tiempo de cambiar.»
Barriger, R. (2014) Una iglesia relevante.
4. Una feligresía sumisa y otra insumisa
Diversos estudios realizados en el Perú (Oscar Amat y León & José Luis Pérez, 2020, 2021 y 2022) han demostrado que en materia electoral, por ejemplo, los evangélicos no votan en las elecciones generales según las consignas u orientaciones de los principales líderes pastorales de sus iglesias ni de sus operadores mediáticos. El voto evangélico, se ha concluido, es diverso y variado. A diferencia de otros países, en el mundo evangélico peruano no es totalmente cierto que «el hermano vota por el hermano».
Asimismo, en la encuesta aplicada a creyentes evangélicos en Ayacucho, Lima y San Martín, en el estudio realizado por (Amat y León & Condor, 2021) se comprobó que los miembros de la feligresía no opinan de la misma manera que sus pastores que participan en el Colectivo Con Mis Hijos No Te Metas, en temas como: el enfoque de género en educación, el derecho a decidir en las mujeres y la necesidad de la educación sexual integral en las escuelas. Según este mismo informe: «Es interesante notar que el 64% de la población encuestada cree que sí se debe enseñar Educación Sexual a los niños y niñas en los colegios. Sorprende que la población evangélica en su mayoría no haya internalizado el mensaje en contra de la enseñanza de la ESI en la escuela.»
Sin embargo, existe un amplio espectro de creyentes evangélicos que siguen las opiniones políticas y las orientaciones morales de sus pastores como si éstas fueran parte de la doctrina del cristianismo o del credo oficial de sus denominaciones. La pretensión de tener libertad de opinión sobre temas públicos en las iglesias evangélicas es un bien muy escaso. La espiritualidad de un creyente es medida, en la mayoría de ellas, en función del principio de obediencia a la autoridad pastoral, antes que, de la libertad de conciencia o del libre examen de las Escrituras.
Por tanto, en el 2023 aumentarán las tensiones entre sectores evangélicos a nivel de conflicto de mentalidades y choque de cosmovisiones; las cuales se expresarán en la toma de distancia de un sector evangélico pensante y dialogante, respecto de las líneas más autoritarias y fundamentalistas del liderazgo mayoritario evangélico. Un buen número de creyentes evangélicos, entusiasmados por el eje de la libertad cristiana y la lucha por la justicia, profundizarán en una búsqueda de la experiencia espiritual no institucional, procurando un seguimiento de discipulado radical, tomando distancia de las relaciones con las componendas políticas, la corrupción y la manipulación religiosa en sus propias iglesias.
Por otro lado, en el 2023, amplios sectores del fundamentalismo religioso radicalizarán las medidas a tomar contra el pensamiento divergente y promoverán el seguimiento del pensamiento único, como valor religioso. En síntesis, podemos decir, que en el próximo año tendremos una iglesia evangélica insumisa y minoritaria que será claramente diferenciada de una mayoría evangélica, sumisa a la hegemonía de su liderazgo pastoral.
5. La cruzada contra la «ideología de género»
Una de los grandes objetivos del sector evangélico vinculado con los colectivos y movimientos anti-derechos ha sido la creación de una agenda pública que pueda movilizar a los diferentes sectores del mundo evangélico. Esto implica movilizar: a la feligresía evangélica, a sus liderazgos pastorales, a las iglesias independientes no denominacionales, a las grandes denominaciones evangélicas, a los seminarios e instituciones de educación teológica, a los ministerios para-eclesiásticos, a las ONG de inspiración evangélica y a las federaciones y otras organizaciones que representan a los evangélicos a nivel de las regiones.
Esta tarea ha sido cumplida de manera exitosa por los fundamentalismos político-religiosos con la creación del miedo a la así llamada «ideología de género», el cual ha sido popularizado tanto por el mensaje de ciertos sectores de la iglesia católica, como de la mayoría de las iglesias evangélicas. Es así que estos grupos han identificado la perspectiva de género con el resurgimiento del terrorismo y de la subversión en el país; han introducido la idea de la existencia de un conflicto cultural en torno al postulado que afirma que «el género es una construcción social», y de esta afirmación han derivado los juegos mentales más macabros que supuestamente irían en contra de la identidad de las personas, la destrucción de la familia o la homosexualización de la niñez.
Algunos de estos sectores evangélicos promotores de la agenda anti-género, han tratado de traducir el miedo y el conservadurismo de gente de iglesia, pero también de la ciudadanía en general, para convertir estos dos elementos en réditos políticos personales para candidaturas y postulaciones a puestos públicos en base a presentarse como si estos personajes fueran defensores de la decencia pública, la moralidad cristiana o el ordenamiento patriarcal. Sin embargo, la política del miedo ha traído resultados electorales relativamente poco auspiciosos hasta la actualidad. No todos los candidatos que han enarbolado las banderas pro vida y pro familia han logrado el éxito que esperaban, pero otros sí lo han logrado.
Por todo ello, afirmamos que en el 2023, la agenda pública pro vida y pro familia procurará ser convertida en una cruzada religiosa por los políticos anti-derechos para instrumentalizar el capital religioso de las iglesias evangélicas en beneficio del fortalecimiento de sus propios liderazgos. Esta cruzada será aceptada por líderes evangélicos que intentarán usufructuar la crisis política del gobierno actual, convirtiéndose en referentes de moralidad pública, empleando terminología como «lucha contra la corrupción», «integridad» y «defensa de la democracia» para desacreditar a las organizaciones que promueven los derechos humanos, para criminalizar la protesta y para auto convocarse como mediadores de los conflictos sociales en el país.
6. La oportunidad de las iglesia evangélicas en el interior del país
El crecimiento evangélico en el Perú, a nivel cuantitativo, ha ido disminuyendo con el paso de los años. Las iglesias evangélicas crecen pero no al ritmo que se esperaba. La alternativa de un cristianismo espiritual y no institucional ha venido aumentando en los últimos años, hasta el punto de convertirse en la gran tendencia estadística entre las preferencias religiosas de la población en un contexto de post pandemia.
El mundo evangélico en el interior del país que había sido un bastión de crecimiento y base social para las grandes denominaciones en el siglo xx, el día de hoy se encuentra en una profunda crisis de definiciones. Por un lado, existe un liderazgo evangélico urbano en las provincias, que intenta sin mucho éxito asimilar o copiar el modelo neopentecostal de ser iglesia, trata de seguir el paso de las tendencias provenientes del evangelicalismo limeño y se da cuenta que sus esfuerzos encuentran resistencia en tradiciones culturales andinas y amazónicas que son una resistencia a la fácil asimilación de los valores que éstas intentan promover.
De otro lado, existe un mundo rural evangélico aislado de los circuitos misioneros «modernizantes». Este mundo rural ha sido descuidado y desatendido por los liderazgos denominacionales, que desde Lima ejercen el gobierno de las iglesias. Es así que algunos elementos de la cultura popular andina y amazónica se han fusionado en el interior del país con la herencia evangélica produciendo signos de una nueva cultura popular y religiosa, que resalta la práctica de los elementos comunitarios, la solidaridad, la búsqueda del bien común y la afirmación de la justicia.
Este mundo evangélico provinciano ha sido reconocido por el informe de la CVR como un factor de resistencia a la presencia de Sendero Luminoso en el conflicto armado y cuya acción heroica ha sido estudiada por el antropólogo Ponciano del Pino, en su trabajo Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso (1996). Sin embargo, este sector evangélico provinciano es resistente muchas veces a los avances de los derechos sexuales y reproductivos, el enfoque de género y la lucha para erradicar la violencia contra la mujer.
Al mismo, tiempo la población juvenil, especialmente las jóvenes mujeres, así como las/los nuevos estudiantes de teología son dos sectores que en el 2023 marcarán una diferencia en la construcción de una manera de pensar más abierta y más favorable a la defensa de los derechos humanos. Para esto será necesario fortalecer la presencia de una educación teológica de calidad en las regiones, la popularización de programas de estudio en ciencias de la religión y la divulgación masiva de herramientas de educación popular para el estudio crítico de las Escrituras a través de redes sociales, a fin de reducir el avance de la influencia del fundamentalismo en las regiones. Asimismo, será necesario contar con una estrategia de encuentros pastorales regionales que impidan que los sectores anti-derechos coopten estos espacios, que por ahora todavía les son ajenos.
7. La atomización de los sectores «progresistas»
La iglesia evangélica en el Perú, desde la llegada de los primeros misioneros en el país en el siglo xix, tiene una larga historia de construcción de relaciones con sectores políticos y sociales a los que podríamos denominar «progresistas», en los inicios de la vida republicana esto se expresó en la formación de alianzas con sectores políticos liberales y anticlericales, en la búsqueda de la expansión de derechos civiles, entre los que se encontraba la libertad religiosa en el Perú.
Luego en el Perú de fines del siglo xix hasta mediados del xx, que luchaba por dejar de ser una república aristocrática, las iglesias evangélicas optaron por respaldar las protestas del movimiento indígena, los movimientos sociales de obreros y campesinos, así como a los nuevos partidos políticos revolucionarios, como el partido aprista de aquel entonces, liderado por Víctor Raúl Haya de la Torre, un joven político que mantuvo una relación amical muy fuerte con el misionero presbiteriano escocés John A. Mackay, de quien recibió apoyo en un período de la historia en el que era común que los colportores o vendedores protestantes de de literatura evangélica llevaran en su equipaje, en la parte superior, los textos bíblicos a vender y debajo de ellos, ejemplares del diario La Tribuna aprista para su distribución.
En la época de la violencia política en el Perú (1980-2000) los evangélicos vinculados al Concilio Nacional Evangélico del Perú, diversos jóvenes teólogos y profesionales del movimiento estudiantil evangélico, así como muchas comunidades eclesiales en el interior del Perú contribuyeron activamente en el proceso de pacificación y defensa de los derechos humanos en el país construyendo un rostro público mucho más progresista ante la opinión pública, el cual muchas veces fue resistido como poco espiritual por los propios líderes evangélicos denominacionales, que creían ver en las acciones proféticas de este sector de la iglesia, una tendencia orientada hacia la izquierda política en el Perú.
«Cuando la violencia se tornó más sangrienta, en el período que el PCP-SL denomina del «equilibrio estratégico», los pastores de estas zonas consideraron que, consecuentemente con su misión religiosa, debían asumir una postura de defensa de la dignidad del ser humano. Esta convicción les permitió enfrentar abiertamente al PCP-SL. Su discurso religioso, que señalaba que por ser la vida creación de Dios, ésta no debía ser eliminada, marcó un hito importante en el procesamiento y respuesta de las congregaciones evangélicas rurales frente a la violencia política, frenando así la prédica del PCP-SL.
Para las iglesias metropolitanas, que cuentan con una mayor estructura organizacional y de recursos, la violencia era interpretada como la ausencia de Dios en el corazón de los hombres, primando como praxis la proclamación verbal del Evangelio para alcanzar la misericordia de Dios para nuestro país. Los condicionantes sociales y políticos no formaron parte de su lectura para entender la violencia política, y ésta fue interpretada desde una espiritualidad divorciada de su contexto social.
Caleb Meza, [director del CONEP en ese entonces] en una entrevista concedida para estos propósitos, señala que: […] con temor y vergüenza […] cuando presentaba los problemas de las iglesias rurales a los líderes denominacionales, la respuesta de ellos era: «Si les pasa algo, por algo será», «El Señor sabe por qué hace las cosas». No estaban muy convencidos que el sufrimiento del campo era injusto. De otro lado, los hermanos del campo tampoco estaban para quejarse, debían resolver sus problemas. Es posible también que el CONEP no haya jugado un rol de interlocutor válido, por no tener la autoridad de no vivir en la zona, de ser muy jóvenes para afrontar a los líderes mayores de las denominaciones. No nos tomaron muy en serio por ser jóvenes o porque nos tildaban de rosados o comunistas».
Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Tomo III, capítulo 3.
El giro institucional hacia la derecha política por parte de los organismos evangélicos y de los liderazgos pastorales es un fenómenos relativamente reciente en la historia de la iglesia en el Perú. Este hecho tuvo su origen en la crisis institucional del CONEP de los años 90, en el apoyo de los evangélicos al fujimorismo en esos mismos años y en el surgimiento de una vanguardia pastoral conservadora vinculada a la Fraternidad Internacional de Pastores Cristianos (FIPAC) que asumió como bandera política la lucha contra la así llamada «ideología de género» durante el siglo xxi.
El pastor y líder político Humberto Lay y el ex dictador Alberto Fujimori: con ellos se inició el proceso de participación política conservadora de los evangélicos en Perú.
A partir de allí se inició en el Perú una persecución pastoral hacia los liderazgos evangélicos que tenían una visión más progresista y ecuménica en la teología y en la política. Líderes religiosos progresistas fueron amenazados o prohibidos de enseñar en seminarios e instituciones teológicas, perdieron sus pastorados al interior de sus comunidades de fe; sufrieron la contracción o el cierre de los fondos de la cooperación internacional y el financiamiento externo; muchas de las ONGs de inspiración evangélica que sostenían proyectos de defensa de derechos humanos empezaron a competir cada vez más entre ellas por fondos cada vez más escasos y reducidos. Algunos líderes evangélicos progresistas al ver en riesgo su propia situación económica, personal y familiar, ofrecieron sus servicios de asesoría a proyectos evangélicos más conservadores o cambiaron su membresía religiosa a denominaciones evangélicas más conservadoras, para poder subsistir. De esta manera el movimiento evangélico progresista se vio atomizado y debilitado frente a la consolidación del poder del sector fundamentalista y conservador en el mundo evangélico durante buena parte del siglo xxi.
Según el investigador José Luis Pérez Guadalupe (2018), existe en el mundo evangélico «una tendencia fisípara y un ADN atomizador» que bien se podría aplicar a la condición de los liderazgos evangélicos de tipo progresista. Existe entre ellos una comunidad de ideales compartidos; sin embargo, los celos, las rivalidades, los personalismos y la competencia por encima de la cooperación, son vicios que debilitan la eficacia de su intervención e influencia social.
Por todo ello, podemos afirmar que en el 2023, los liderazgos evangélicos progresistas enfrentarán la alternativa de cooperar activamente entre sí, superando sus rivalidades internas o perderán la poca eficacia social que aun mantienen, frente al sentido de unidad institucional mostrado por las organizaciones fundamentalistas y antiderechos.
De la misma manera, en el 2023, las organizaciones de carácter secular que defienden los derechos humanos, incorporarán a los actores progresistas religiosos y sus discursos teológicos críticos en su estrategia para enfrentarse a los fundamentalismos político-religiosos, ante la opinión pública y el estado; desterrando paulatinamente la idea de que todo el cristianismo es esencialmente fundamentalista y anti-derechos. Asimismo, promoverán la idea del Perú como un país intercultural donde las personas puedan tener la libertad de decidir si desean o no seguir el camino del ateísmo, la religión o la espiritualidad sin ser discriminados por razones de conciencia; de otro lado, establecerán que el problema del fundamentalismo no está en la mera referencia al texto bíblico en sí, sino en la interpretación que a éste se le otorgue, recuperando el poder liberador del mensaje cristiano, despojándolo de su ropaje tradicional de defensa del orden social y patriarcal.
FOTO: Dina Boluarte y la reunión convocada por la presidenta con representantes de las iglesias: católica, evangélica y cristiana, ¿el fin? solicitar apoyo para el régimen
Por: Oscar Amat y León & Miguel Ángel Castro
En nuestro artículo anterior dejábamos establecido que la respuesta inicial al contexto actual de violencia e inestabilidad política ofrecida por los pronunciamientos de las iglesias y organismos evangélicos podía resumirse en los siguientes puntos:
a) La construcción de una narrativa discursiva conservadora (en algunos casos fundamentalista) priorizando la defensa de los principios del sometimiento a las autoridades y la defensa de la ley y el orden.
b) La promoción de esa narrativa termina alentando a la iglesia (es decir a la feligresía) a legitimar el status quo, priorizando la defensa del orden, y en algunos casos, hasta de la propiedad privada por encima de la justicia, incluso en creyentes evangélicos que por el nivel de pobreza en el que viven, no tienen ninguna propiedad privada que proteger.
c) Como consecuencia de esta narrativa, y en concordancia con la narrativa conservadora de muchos otros sectores sociales, no necesariamente evangélicos, pero que afirman el mismo ideario, se fomenta una insensibilidad ética ante las muertes y demandas de la protesta social.
d) Cuando analizamos este tipo de respuesta evangélica a la realidad social, en perspectiva histórica, resulta que los evangélicos han actuado de una manera similar en otras oportunidades: por ejemplo, en los años 60, a través de su silencio frente a la necesidad de una reforma agraria en el país, que disolviera las relaciones de injusticia impuestas por una matriz colonial estatal perversa, o más recientemente, en los años 80 y 90, cuando amplios sectores de la iglesia evangélica estuvieron de espaldas -salvo honrosas excepciones- a enfrentar con una voz profética las causas de injusticia que generaron la violencia y el conflicto interno en el país, señaladas por el Informe de la CVR.
Los restos de los 6 evangélicos asesinados en Callqui, Huanta, en agosto de 1984 por infantes de marina en las instalaciones del propio templo de la Iglesia Presbiteriana
«Lo más doloroso es que nuevamente la iglesia se ubica una vez más contra los vulnerables, contra aquellos a los que debería defender«
Miguel Ángel Castro – Doctorando en educación / Equipo CIERP
En la actualidad, cuando las cosas se han puesto realmente críticas para el recién iniciado régimen de Dina Boluarte, sea por instinto de conservación político para mantenerse en el poder a toda costa, o sea porque ya lo tenía previamente planificado, la ex vicepresidenta de la plancha presidencial de Perú Libre, convertida ahora paradójicamente en la ejecutante del plan de gobierno del Congreso y de Keiko Fujimori, ante el movimiento de las aguas, decidió buscar a los líderes religiosos evangélicos que pudieran beneficiarle ante la opinión pública. Los medios cubrieron la noticia de la siguiente forma: «Presidenta Boluarte convoca a líderes de iglesias para instalar mesas de diálogo en regiones», así lo indica la nota de prensa del gobierno peruano (https://bit.ly/3PNm6o0), mientras que otro medio virtual señala: «Dina Boluarte convoca a los líderes de las Iglesias para una mesa de diálogo en cada región con protestas» (https://bit.ly/3BYLFg7). Del propio discurso de Boluarte se pudo llegar a la conclusión que «ha convocado a los líderes de las iglesias católica, cristiana y evangélica para instalar una mesa de diálogo en cada una de las regiones que se han movilizado» (https://bit.ly/3Ge22rA)
En la imagen: Miguel Bardales, Eduardo Concha (CONEP) y Cristian Scheelje (UNICEP), entre los líderes religiosos que se entrevistaron con Dina Boluarte
Es así que después de esta convocatoria, los líderes religiosos procedieron a realizar un doble movimiento: en primer lugar, asistieron a la reunión en Palacio de Gobierno con Dina Boluarte. ¿Oportunos u oportunistas?, los jerarcas neopentecostales que lideran UNICEP, CONEP y la SBP, manifestaron su plan de acción: equipararse con la iglesia católica para ofrecer «protagonismo mediador» del diálogo por la paz en las regiones afectadas por la protesta social y ofertar su ya clásica ayuda social, proveniente de las donaciones que reciben del exterior, para convencer a la población de la buena intención y de las bondades de sus organizaciones.
«[Hemos saludado] a la presidenta Dina Boluarte y le [hemos expresado] la voluntad de las iglesias evangélicas de cooperar con ayuda social y de colaborar con el diálogo, en los ámbitos donde se encuentran, para traer la paz, la prosperidad y el desarrollo del país.»
Miguel Bardales – Presidente Sociedad Bíblica Peruana
En segundo lugar, y de manera estratégica, estos mismos representantes del CONEP y UNICEP acordaron suscribir un «Comunicado Interreligioso sobre la crisis política en el Perú», el cual exhorta «a que se realice una investigación transparente sobre la forma en que ocurrieron las muertes durante las protestas», con el ánimo de mostrar una mayor respetabilidad ante la sociedad civil, diferenciándose de lo dicho en los pronunciamientos de sus organizaciones base (CONEP y UNICEP). Esta intención dual de mostrarse conservadores ante su feligresía y de «mente abierta» ante la sociedad civil, es típica del comportamiento político de este sector evangélico, caracterizado por su pragmatismo, por la búsqueda del poder a toda costa y por la falta de una clara definición programática, tanto en lo teológico como en lo ético.
¿Por qué razones podemos afirmar tal cosa? No se trata solo de la estrategia dual de los sectores neopentecostales a la hora de mostrarse de manera diferenciada (alguien diría «mostrando una doble cara») ante su propia feligresía y ante el resto de la sociedad civil. Se trata también de contrastar la realidad actual del comportamiento político de estos sectores ante la oportunidad brindada por Dina Boluarte de otorgarles visibilidad mediática a cambio de que ellos le otorguen a su gestión una credibilidad ética ante la opinión pública. No es casualidad que durante muchos años los diferentes gobernantes, especialmente los dictadores, hayan hecho uso del poder de la iglesia y de la religión para obtener una cuota de legitimidad proveniente del capital religioso.
Es así que, según el informe (https://bit.ly/3jjfDF0) elaborado por Amat y León & Condor (2022), se verifican algunas características del oportunismo evangélico, en materia política:
a) Es así que justamente los tres líderes (Bardales, Scheelje y Concha) que hoy se presentan como intermediarios de la paz ante el gobierno de Dina Boluarte, fueron los mismos que tuvieron una participación activa en la promoción de la candidatura de Keiko Fujimori durante la primera y segunda vuelta opuesta a la plancha presidencial de Pedro Castillo y de la propia Dina Boluarte.
Según este informe «durante la primera vuelta electoral, el acercamiento de Keiko Fujimori con los evangélicos estuvo a cargo del pastor Miguel Bardales, actual presidente de la junta directiva de la Sociedad Bíblica Peruana (…) Las reuniones, principalmente virtuales, de esta primera etapa se realizaron con la participación de varios pastores y líderes evangélicos de diferentes lugares del país», entre los que se contó a «Eduardo Concha, actual presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú».
b) Estos mismos líderes manifestaron una posición ambigua y ambivalente frente a la orientación pastoral que brindaron a su feligresía en materia política.
El mismo informe de Amat y León & Condor señala que «el caso más evidente del giro de una posición aparentemente neutra a otra, disimuladamente a favor de la candidata Fujimori, fue el de la UNICEP (Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú); cuyo presidente, Cristian Scheelje, pasó de representar a una organización cristiana vigilante del proceso electoral y defensora del sistema democrático, impulsora de la iniciativa interreligiosa “Proclama ciudadana: juramento por la democracia”; a ser parte de un grupo de evangélicos que apoyaban públicamente la candidatura de Fujimori, apelando al “mensaje cristiano evangélico de las nuevas oportunidades”
c) Los mencionados dirigentes utilizaron el discurso de intimidación de la población señalando al posible gobierno de Castillo como uno de «izquierda extrema», afirmando el apoyo de los evangélicos a la candidatura de Keiko Fujimori.
con el “Pronunciamiento Evangélico por la Democracia”, difundido por redes sociales el 12 de mayo», el cual afirma que «luego de varias reuniones de trabajo pastoral-eclesial y de escuchar a las distintas fraternidades pastorales del país que nos han expresado su preocupación por un eventual gobierno de izquierda extrema que pueda destruir las libertades civiles que hemos logrado, hemos decidido apoyar a la candidata presidencial Keiko Fujimori. (…) Desde el mensaje cristiano evangélico creemos que las personas pueden tener nuevas oportunidades; por esta razón, tenemos la expectativa que la candidata Keiko Fujimori haga un gobierno democrático, alejado de la corrupción, sin discriminación, sin odios ni rencores, respetando a las instituciones autónomas de nuestra democracia».
Reunión virtual de Keiko Fujimori con alrededor de 700 líderes/as evangélicos y evangélicas. Fuente: La República
d) En la mayor expresión de apoyo a la candidatura de Keiko Fujimori, en mayo de 2021, la candidata de Fuerza Popular tuvo una reunión virtual , organizada por Miguel Bardales y Néstor Encinas, con alrededor de setecientos líderes evangélicos y evangélicas, según la publicación de wayka.pe («Keiko Fujimori recurre a alianza con pastores de Con Mis Hijos No Te Metas» https://bit.ly/3hK5AIZ):
«en este encuentro, Fujimori solicitó el apoyo de los asistentes para lograr la presidencia, (…) los pastores, acto seguido, le aseguraron que harían que los miembros de sus congregaciones vieran con buenos ojos su candidatura y voten contra el “sistema socialista, comunista, chavista, castrista y social-confuso”, concluye la mencionada publicación.
En medio de este río revuelto, donde las organizaciones evangélicas luchan por obtener visibilidad pública y por convertirse en referentes religiosos, una suerte de super capellanes del gobernante de turno que habite en Palacio de Gobierno, los políticos anti-derechos, por su parte, no dejaban de hacer de las suyas. El modus operandi de esta «sagrada casta» de evangélicos presentes en el Congreso ha procurado permanentemente arrastrar a la feligresía evangélica en el duro camino del clientelismo político y de la movilización social en favor de las causas antidemocráticas.
Y en el contexto de una semana llena de movilización, protesta social y represión policial, junto con otros colectivos civiles y religiosos, tuvieron la brillante idea de convocar a «marchas por la paz» y «jornadas de oración» que contribuyeran a borrar de la memoria el recuerdo de las muertes de pobladores ocurridas en el país a manos de las fuerzas del orden, al mismo tiempo que fueran dando la impresión que el régimen de Boluarte cuenta con una base social que se moviliza, que tiene capacidad de convocatoria y que está dispuesta a respaldar las gestiones que contribuyan a fortalecer las acciones del proyecto de gobierno congresal.
El medio «Evangélico digital» en internet (https://bit.ly/3FNt33M) nos informa que «congresistas cristianos de diferentes partidos del Perú que conforman el “Bloque Cristiano” han convocado una Jornada de Oración por la Paz del país, este viernes 16 de diciembre a las 09.00 am (hora local de Lima). Los convocantes son Milagros Jaúregui de Aguayo (Renovación Popular), Alejandro Muñante (vicepresidente de la Mesa del Congreso), Mery Infantes Castañeda (Fuerza Popular) y Javier Padilla (Renovación Popular).»
Jornada de oración «por la paz» del Perú, organizada por el bloque cristiano del Congreso de la República. Fuente: Evangélico Digital.
Cualquiera podría preguntarse, ¿Qué puede tener de malo convocar a una jornada de oración por la paz en el Perú? No se trata solamente de ser estrictos en el llamado a la separación de iglesias y estado en el contexto de un mínimo de decencia de un estado que se pretende laico. Sino que deberíamos preguntarnos ¿por qué la imagen arriba colocada es un reflejo de una de las causas de la crisis política que actualmente estamos viviendo? Una respuesta plausible es que en el momento en que las creencias religiosas de tipo fundamentalistas dirigen los intereses y las voluntades políticas de los legisladores, entonces corremos el riesgo de empezar a tener leyes hechas a la medida de la moral religiosa de estos congresistas, las cuales pretenden ser impuestas como parte de la moral única para la ciudadanía en general.
Así lo razona, por ejemplo, Milagros Jáuregui, casi de una manera cándida, como si estuviera en el púlpito de su congregación y no en el Congreso de la República. Sin embargo, las cosas no se quedan en el ámbito del Congreso. Las conexiones que se forman entre iglesias al servicio del poder político evangélico así como los pragmatismos y la flexibilidad ética de tanto evangélico oportunista, terminan por articular la iniciativa del «bloque cristiano» de los congresistas evangélicos, en este caso, con la movilización de la feligresía de una iglesia en particular: el Movimiento Misionero Mundial (MMM). El MMM ha resultado siendo un actor importantísimo que cumple la labor de servir como operador religioso de los evangélicos políticos ante su propia feligresía y ante la sociedad civil. Conocedores de la situación que atraviesa el país el MMM en coordinación con el congresista Alejandro Muñante, crean «el Frente Cristiano por la Libertad» lo que denominan «una nueva plataforma ciudadana» (https://bit.ly/3WpNUBp) que, desde el MMM, se encargará de ser el ente convocante de las jornadas de oración a nivel nacional, contando además con el aparato mediático de Bethel televisión, el proyecto comunicacional del MMM, como se puede ver en la imagen siguiente:
¿Y a quién tenemos en medio de la marcha, mirando como la iglesia del MMM trabaja para su proyecto político? Pues al mismísimo Alejandro Muñante.
La visibilidad que han logrado alcanzar con estas acciones se puede notar en el informe de la Adjuntía para la Prevención de Conflictos Sociales y la Gobernabilidad, de la Defensoría del Pueblo, que identifica al MMM y al Frente Cristiano por la Libertad en su reporte diario del 21 de diciembre, como parte de las organizaciones involucradas en movilizaciones sociales en este caso de tipo «marcha por la paz» Ver: https://bit.ly/3YOumYN
Feligresas del MMM en plena Marcha por la Paz convocada por el bloque cristiano del Congreso de la República.
La movilización de la feligresía religiosa con fines políticos como lo realizan los evangélicos políticos del Congreso de la República es un atentado contra la democracia, a) en primera instancia por la desnaturalización de la función legislativa del Congreso para convertirse en un espacio de disputa y beneficio a ciertas confesiones religiosas en el Perú y ante la posibilidad de utilizar los espacios congresales como mecanismos de privilegios para sus propias organizaciones religiosas. b) También es un atentado contra la propia Iglesia Cristiana porque la pervierte en un sentido constantiniano de procurar obtener prebendas y beneficios del poder político a cambio de otorgar legitimidad al gobierno ante la sociedad civil. c) Y, en tercer lugar, es también un atentado contra la propia sociedad civil pues ésta se ve enfrentada y muchas veces atacada en las movilizaciones que organiza, por parte de sectores evangélicos fanatizados, que resultan movilizados y organizados como si fuesen bandas cuasi delincuenciales al estilo del grupo conocido como «La Resistencia».
Muy interesante esto que reporta @JacobLKessler. El Movimiento Misionero Mundial, principal iglesia organizando marchas de CMHNTM organiza/apoya ahora estás marchas por la paz. El congresista Muñante, de RP, asistió, 1/n https://t.co/ebl4EjATcC
Agradezco a mi buen amigo, el profesor Omar Coronel por el video que ilustra la presencia de líderes religiosos del MMM en la Marcha por la Paz.
El momento en que la religión sea instrumentalizada como un espacio de promoción de la violencia; el momento en que la intensidad de la experiencia religiosa sea aprovechada para empoderar liderazgos políticos evangélicos que tienen los pies de barro; en el momento en el que el «Jehová de los Ejércitos» sea entendido como el «Jehová de las Fuerzas Armadas» que legitima el uso de la violencia contra el pueblo, en ese mismo momento habremos perdido la brújula de lo que significa ser personas de fe en el Perú y habremos vendido la bendición de nuestra primogenitura por un miserable plato de lentejas que nos otorga como ganancia írrita, las componendas con el poder temporal.